Just another WordPress.com site

Más reciente

TE VERÉ EN SUEÑOS

TE VERÉ EN SUEÑOS es la historia de las vicisitudes de Rose, una mujer con extraordinarios poderes extrasensoriales, quien presa de extrañas experiencias de sueños y ensueños,  busca al hijo extraviado en el laberinto de la vida y la muerte. TE VERÉ EN SUEÑOS, es una historia de misterio, amor y aventura, pero por sobre todo: Esotérica.

Historia que transcurre desde las hermosas y soleadas playas del sur de California a las legendarias ruinas arqueológicas del imperio incaico en el Cuzco.

Narración hecha desde una óptica muy particular, aunque no extraña ni novedosa, confrontando el pensamiento esotérico con la lógica formal del mundo occidental; innovando la técnica narrativa cuando combina las normas que rige las de una novela propiamente dicha con las del guión cinematográfico, y en la que se percibe el arduo trabajo del autor por expresarse en forma clara y sencilla hasta lograr que TE VERÉ EN SUEÑOS sea una historia simple, capturando la atención del lector para que la historia sea leída, como corrientemente se dice, de una sola “sentada” o “tirón”.

Novela que busca compartir con los lectores, en forma amena, experiencias reales que muchas veces nos negamos a aceptar.

BÚSCALA Y LÉELA… TE VERÉ EN SUEÑOS  TE FASCINARÁ.

                      

LOS VIAJES ASTRALES… ¿FICCIÓN O REALIDAD?

Hace poco estuve haciendo una somera investigación acerca del los llamados “Viajes Astrales” en Internet y lo que encontré fue una variedad de paginas virtuales que ofrecían información de cómo realizar los mentados viajes. Todos, o la mayoría, partían de la premisa de que estos eran posibles para cualquiera siempre y cuando siguieran las pautas que luego describían. Otra cosa común que encontré en estos lugares fue que todos tenían como base teórica, o de fe, a la ideología, es un decir, Tibetana, budista o yoga, y algunas hasta entremezcladas con las supersticiones.

A decir verdad, por lo general dudo mucho, es una actitud escéptica espontánea, cuando se nos quiere revelar algo, y para conseguirlo empiezan a dar todo un marco teórico de conceptos y definiciones que luego utilizaran para demostrar que todos sus planteamientos son verdaderos.

El caso del Viaje Astral no escapaba a dicho esquema. Primero nos plantean la existencia de un universo o plano astral, luego de un cuerpo astral o sutil, que para los que hemos sido educados en la cultura Occidental y cristiana sería el Alma o espíritu, pero para quienes no creen en la dualidad de nuestra existencia, Alma-Cuerpo, como yo, sería nuestra misma indivisible unidad energía-cuerpo. Además nos plantean la existencia de toda una diversidad de viajes, como en una aerolínea, de vuelos en grupos, inconciente, conciente o bajo hipnosis. También nos ofrecen la existencia de toda una técnica para lograr el Viaje Astral, es decir el Desdoblamiento o salida de nuestra alma del cuerpo, sin la necesidad de morir en la experiencia por supuesto, a través de la meditación, ya que una vez desdoblados seguimos unidos, alma y cuerpo por separados, por una cuerda de plata. Claro está que a estas alturas de mi somera investigación el tema ya había perdido toda credibilidad por la manera como lo planteaban. Pero, con el marco teórico previo, podían justificar todo.

Luego, como corolario, nos narran las experiencias logradas en los Viajes Astrales, que para mí opinión y entender son simples sueños que logran recordar.

En definitiva, nos dice que los viajes astrales son aquellos viajes que hace nuestro cuerpo sutil o astral a otros lugares (del plano astral) en el tiempo y el espacio para luego regresar, felizmente, al mismísimo mísero valle de lágrimas desde donde partieron; viajes que vienen dándose desde hace miles de años, a capricho y voluntad, por quienes dominan dicha técnica de desdoblarse.

Pero ¿será cierto?  ¿Será posible ir y venir, a nuestra discreción, por el universo? Aunque no solamente eso, sino ¿Será posible que a través de dichos viajes astrales podamos, además, viajar por el tiempo? Es decir, que podamos ir al Sol, a Marte o Júpiter; que podamos salir de nuestra galaxia, la Vía Láctea, cuya dimensión es de millones de Años Luz y llegar a otras que nos sería abrumadoramente imposible lograrlo con la tecnología actual? ¿Serán posibles aquellos viajes cuando en la actualidad sólo hemos llegado a tocar, con mucho riesgo y esfuerzo, la punta de nuestra nariz al llegar a la Luna; y los únicos viajes que hacemos en el tiempo son las elucubraciones de nuestros recuerdos o la caprichosa imaginación que hagamos, cuando nos venga en gana, del futuro?

Realmente no lo creo. No creo que sea posible. La lógica me dice que seriamos totalmente diferentes si esos viajes fueran posibles, múltiples y a muestra propia discreción.

Pero, mas allá de los anecdóticos “viajes astrales” de quienes lo hacen a diario y al libre albedrío, y que luego llenan las Págs. de aquellas Webs por doquier con sueños comunes y corrientes, existen muchas evidencias reales de que el hombre ha viajado por el Universo y el Tiempo rompiendo las barreras que los limita a la Tierra y al momento vivido. Eso es lo que me hace creer que la posibilidad sea real.

En la historia existen muchos ejemplos de personajes que han dejado plasmado sus experiencias ya sea como predicciones o ficciones literarias, o quizás ambas. Y entre muchos sólo quisiera mencionar a Miguel de Notradamus (Las verdaderas centurias astrológicas y profecías, 1555), Julio Verne (Viaje de la Tierra a la Luna, 1865) y Helbert George Wells (La maquina del tiempo, 1895).

Quienes hayan leído las predicciones de Nostradamus, las novelas de Julio Verne y H. G. Wells pueden imaginarse lo impresionante que resulta la relación que existe entre sus líneas literarias y la historia que acabamos de vivir, o estamos viviendo, habiendo sido escritas muchísimos años antes que sucedieran en la realidad, y de la cual somos testigos de excepción. Claro que hay otras evidencias más de un posible viaje astral del hombre, por así llamarlo debido a que no existe otra posibilidad tecnológica, a través del tiempo y el espacio, y no menos maravillosas, dependiendo de nuestro limite de credibilidad, como los “Códigos Secretos de la Biblia”, “Las predicciones de la Pirámides de Egipto”, “Las Predicciones de los Mayas”, etc. Pero como dije, dependerá mucho del limite que tengamos de dar crédito a un sin fin de teorías que van desde la mas extravagantes a las mas asombrosas por su posibilidad concreta.

Pero dejemos de lado lo que podamos creer, finalmente, a voluntad como un acto de fe, místico o científico, y veamos su posibilidad real por las evidencias reales.

Y las evidencias reales nos muestran que han existido personas que han logrado vencer las sobrehumanas ataduras de las distancias galácticas y las barreras del tiempo. 

Lo real y concreto es que dichos personajes tenían una increíble imaginación, poder de concentración y según contaron ellos mismos lograron sus visiones, o inspiraciones, a través del sueño o ensueño.

En mi humilde criterio un “viaje astral” no difiere en nada al “sueño” que podamos tener, a condición de recordarlo. ¿Pero cual sería la diferencia con un evento extrasensorial? Ah, allí esta el detalle.

Lo extrasensorial sería la capacidad de una persona de penetrar en lo más profundo de su propio ser y lograr llegar a aquel lugar, en la mente, en donde se une la espiritualidad con el universo que nos rodea. Aquel recóndito lugar en nuestro cerebro desde donde fluye como un manantial nuestra conciencia y por lo tanto nuestras ideas. En aquellos espacios intercelulares de nuestro cerebro en donde las ideas y emociones se manifiestan como pulsos eléctricos de nuestro neurosistema y/o de combinaciones químicas que producen nuestras hormonas como la Serotonina y otros. Justo en el lugar en donde se produce la “chispa” o salto quántico que incendiará la pradera de neuronas del cerebro para dar paso al universo de la conciencia.

Viajes Astrales, o como les llamen, son toda una experiencia extrasensorial posible, de viajes a través del sueño, la concentración y la guía conciente.

Al principio dije que había hecho una somera investigación acerca del tema, por lo tanto creo que por la superficialidad que esas páginas mostraban no nos da una real comprensión de los llamados Viajes Astrales. El tema es mucho más complejo y trascendental, y carece absolutamente de algún carácter místico o religioso, que va desde los excepcionales poderes de la mente a la conjunción del conocimiento milenario con la llamada ciencia actual. Si soy escéptico a la mayoría de casos anecdóticos eso no me limita a sentir admiración por quienes, muy pocos, logran la experiencia de los Viajes Astrales siguiendo las enseñanzas de los maestros Tibetanos, o como, hasta podría incluir, la experiencia onírica que tuve ayudado por un brebaje de la milenaria cultura amazónica: El Ayahuasca. El mismo que narro en el libro “PURO CUENTO” con el titulo de “Ayahuasca, Un Viaje al Infinito”.

PURO CUENTO

     

PURO CUENTO

“Mamá quiero ser Ingeniero!!!”

Le dije a la persona que mas amaba, y quien a la vez era la que más se preocupaba por mi educación. En ese entonces era sólo un imberbe adolescente a punto de terminar la secundaria y que pronto se vería ante la terrible disyuntiva de escoger una especialidad universitaria y, peor aun, escoger la universidad a donde postular.

“Puro Cuento…” dijeron algunos familiares que no me veían con buenos ojos por lo rebelde de mi carácter.

“Quiero estudiar en la UNI!!!” les conté a mis amigos del colegio y del barrio refiriéndome a la mejor Universidad Nacional de Ingeniería de Latinoamérica (UNI), y la mayoría me felicitó, sólo algunos comprendieron lo difícil que era ingresar a dicha Institución. Pero escuché decir a mis espaldas… “Puro Cuento”.

“Dios Mío… Ya no se puede vivir en el Perú” dijo mi esposa ante la horrenda crisis económica y política que vivía el país. El dinero de nuestro salario era casi inservible y, peor aun, a diario la gente moría en las calles en manos de la represión gubernamental o los atentados terroristas.

“Nos vamos a California!!!” Le respondí como única solución individual a nuestros problemas.

¿A California?… “Puro Cuento” me dijeron muchos en mi propia cara.

“Quiero poner mi propia empresa constructora!!!” le confesé al compañero con quien abríamos una zanja para unos cimientos, usando picos y palas, en el Sur de California.

El bato mejicano, tan ilegal como yo en ese entonces, me miró y sonriendo me dijo “Orale cabrón, déjate de Pinches Cuentos y ponte a trabajar” y yo, recién llegado a gringolandia, entendí que sencillamente me decía “Puro Cuento” al sueño de salir de ese agujero.  

“Se llamará Branez Constrution!!!” me dije a mi mismo, en silencio, como una promesa ante la adversidad, mientras las gotas del sudor de mi frente corrían por mis mejillas confundiéndose con las lagrimas de mis ojos.

“Seré Escritor!!!” me dije al cerrar mi empresa constructora y así, un largo estilo de vida, con el mismo entusiasmo como cuando dije querer ser Ingeniero, sólo que ya habían pasado 40 años de mi vida. Claro que iba a ser muy difícil y yo mismo me pregunté ¿Será “Puro Cuento”?

“Excelentísimo Embajador de España…” fue el encabezamiento de mi solicitud para invitarlo a presentar mi primera novela en aquella Casa Cultural… “¿Puro Cuento?”

“Te Veré en Sueños” y luego “La Guerra Santa” son dos de mis novelas publicadas y distribuidas en el Perú y el Sur de California, las que demuestran que mis sueños y proyectos no son “Puro Cuento”.

Sin embargo, hoy les traigo una colección de cuentos y relatos que me propuse escribir como tarea cotidiana para demostrarme a mi mismo que podía ser un obrero de la escritura, trabajar con disciplina ocho horas diarias, además de mis otros proyectos mayores, y atraer la simpatía de mis lectores virtuales de la red de Internet: “Puro Cuento”. No, esta vez no es una burla a proyectos que se creen inalcanzables o incumplidos, sino el titulo de la colección de mis mejores cuentos: “PURO CUENTO”. Es un E-Libro, que espero tenga la acogida de todos Uds.

Ahora para que vean que “PURO CUENTO” no es puro cuento los invito a visitar www.lulu.com   y buscar el titulo anunciado, o simplemente a través del link:

 PURO CUENTO 

 

                   

 

¿UN VIAJE SIN RETORNO?

Hace poco celebramos un aniversario más de una recordada ceremonia: Nuestra Boda. Y luego de uno de los momentos sublimes surgió, de por sí, el tema de la muerte. Creo que se debió a que comenté que estaba extenuado de tanto ejercicio y de que dije, sin medir mis palabras, que desearía dormir como un muerto. Si esta bendita frase la hubiera dicho en una de las  noches, hace 35 años, de nuestra Luna de Miel, hubiese sido totalmente intrascendente y sería sólo eso, una frase. Pero esta vez no fue así.  

No sé porque pero cruzar la barrera de los 60 años nos hace, ante los ojos de otros, más vulnerables que el resto. En California me han tomado otro examen medico y de la vista para renovar mi Driver License, lo mismo hicieron los del Seguro Medico queriendo quitarme mas beneficios de los que tenía y aumentarme el costo, solo falta que un sepulturero me envíe alguna oferta de la semana para tomarme mis medidas, gustos del estilo del Cajón, de la ceremonia y por supuesto del numero de mi Tarjeta de crédito… Pero sólo sé, que la muerte llega a todos por igual en el momento menos pensado. Todas estas palabras podrían extenderse pero no es esa mi intención. Sólo decirles que el tema de la muerte se hizo presente en nuestro desarreglado lecho de amor. Tampoco es mi deseo contarles mis peripecias ni los detalles de la conversación, pero si compartir con uds. nuestra decisión de, llegado el caso de dejar este mundo, ser cremados, sin ninguna ceremonia, nuestras cenizas echadas al mar y ser recordados en el Día de nuestro Nacimiento, el Día de la Madre y el Día del Padre, si no es mucho pedir. Yo, de manera muy particular, remarqué que no quería a ningún cura ni Iglesias en esos momentos. Mis hijos lloraron por tal declaración y dijeron que seguramente estábamos deprimidos… "¿Deprimido yo?" pregunté, e inmediatamente respondí “Mi culo” y todos rieron, pero la declaración de nuestras voluntades quedó allí, para ser respetadas cuando llegue la hora.

Esa misma noche, desperté a las tres de la madrugada prendí mi PC e hice este breve relato y además lo traduje en imágenes en un video. Espero que les motive a disfrutar el precioso don de la vida, sin perder de vista nuestra efímera estancia en este mundo. El autor.

De pronto desperté de un sueño que no recordaba, o para ser mas exacto diría que de manera súbita me di cuenta que estaba aquí sin saber cómo ni de donde había llegado, desde una profunda oscuridad a la luz de la conciencia. Entonces, sentí en mi alma la inexplicable sensación de que estaba iniciando un largo viaje sin retorno. “Estoy muriendo” me dije aterrado, sin saber si se debía a que sufrí un accidente o por una enfermedad, o simplemente había perdido las ganas de vivir y me estaba apagando. Sin embargo sentí también que eso ya no importaba sino que mi interés se centraba con relación al lugar a donde me dirigía.

Por un brevísimo instante recordé a mis seres queridos, y sufrí más allá del límite de las lágrimas. A mis ojos (?) aparecieron como relámpagos luminosos los rostros de mi esposa, mis hijos y nietos, pero luego ya no importó más. El camino y a la luz a donde me dirigía era lo que dominaba mi atención, aunque no perdía el control de mi raciocinio. Entonces me dije “Lo que veo, lo que me rodea… no existe. Es sólo una recreación de mi conciencia”. Pero también sabía que mi conciencia era una ilusión creada por mi cerebro. “Pero que pasará cuando mi cerebro deje de funcionar?” me pregunté mientras me veía caminando sobre un camino empedrado de un hermoso valle “El valle sagrado del Urubamba” me dije como constatación del lugar por donde transitaba.

Hasta que, cruzando una quebrada, y casi al alba, vi a lo lejos la pétrea estructura de la tan conocida ‘Puerta del Sol’ construida por el antiguo hombre andino de las culturas Incas y Tiahuanacos. También vi allí la salida del astro rey, e inmediatamente supe que plasma solar me transportaría a aquel mundo del que jamás se regresa. Entonces una melodía andina empezó a resonar alegremente en los cerros.

Bombos, quenas y zampoñas hicieron vibrar la sagrada energía que me envolvía y ligaba al ambiente.

La hora definitiva había llegado. Hasta donde ahora estaba parado, muchos habían llegado y retornado a la vida. Todos ellos, a quienes se les consideraba haber regresado desde la muerte, hablaron siempre de haber visto un túnel y una luz al final de éste. Bueno, a mi decir, allí estaba la luz y algo que tal vez se podría considerar un túnel, si sólo se observaba la entrada de la Puerta del Sol a contraluz. Aunque sé que no existe nadie que contara que había llegado al final.

Todos, en algún momento de nuestra vida, pensamos en la muerte. Y al ponernos en tal situación nos aterramos de llegar a ese ineludible momento de nuestra vida. No tenemos otra alternativa, fuimos educados desde muy pequeños, que morir es lo peor que nos puede pasar. Y si tenemos la oportunidad de vivir por mucho tiempo entonces veremos desfilar al cementerio a nuestros padres y familiares, amigos y enemigos, y millones más de extraños. Y en todos los casos la gente llorará, o tal vez algunos disfrutarán, porque la vida se acabó para ellos de manera definitiva, dejando atrás a sus seres queridos y sus riquezas, e inclusive los odiados y los que nunca la tuvieron.

A no ser que… exista una manera de sobrevivir. Entonces inventamos al alma inmortal con características humanas para que viva en el cielo o el paraíso, con todas las comodidades terrenales por supuesto, y en el peor de los casos al infierno. O también, que regresamos a este valle de lagrimas y renacemos en otro ser. Como sea, aun así, tememos morir, porque nadie ha regresado de ese lugar para garantizarnos que hay vida después de la vida.

Yo estaba parado frente a la Puerta del Sol cuando vi atravesar los primeros rayos solares a través del trapezoidal marco de la estructura pétrea. Toda mi vida me había preguntado cómo sería enfrentar a la muerte, y sentí que hasta dónde había llegado lo estaba haciendo con dignidad.

“¿Y ahora qué?” me pregunté.

Es muy probable que en esos momentos mi cuerpo ya estuviera muerto.

Sin embargo cada uno de los billones de células de mi cuerpo seguía con vida. Entonces, ¿Quien había muerto? Los detectores del funcionamiento cerebral indicaban que ya no había ninguna señal de actividad neuronal. No obstante, en las profundidades de los espacio subatómicos de mi cerebro se lanzó una alarma a los billones de células del cuerpo material. Y la inteligencia quántica funcionó, cada célula entendió que el sistema total llamado “Yo” había terminado. Ninguna de estas células, por más limitada que fuese su inteligencia, supo el porqué le habían puesto mi nombre si ninguna de ellas eran las mismas que existían cuando nací.

En más de 60 años de vida había cambiado de cuerpo por lo menos unas 20 veces y aun seguía siendo el mismo. O mejor dicho, mi cuerpo se había regenerado totalmente, como sucede en cualquier humano, una vez cada tres años; desde las uñas y el cabello hasta el corazón y los huesos. Entonces, ¿Quién moría hoy?

Sin embargo, hay una excepción en ese constante renovarse durante la vida, y éste es el cerebro.

Los cien mil millones de neuronas que tiene el bebé al nacer, no se renovarán jamás, al contrario cada llanto, risa, o pensamiento significará la muerte de miles de ellos. Ah, entonces es mi conciencia la que perduró a lo largo de más de 60 años. Falso, porque la conciencia es sólo una ilusión del cerebro, y por lo tanto su identidad, mi ‘Yo’ lo es también. En tal caso, fueron un grupo especial de neuronas ubicadas en algún lugar de mi cerebro las que mantuvieron su vida y su identidad por tanto tiempo. Falso también, porque un cuerpo puede seguir viviendo sin la necesidad de su conciencia durante un estado de coma. ¿Entonces?     

Durante toda mi vida, me había interesado en los aspectos fundamentales de la vida y de lo que habría después de ésta. Yo no creía en un dios todopoderoso con vicios y virtudes de un antropomorfo. Menos aun en su contraparte, el demonio. Aunque ahora tendría la oportunidad de encontrar las respuestas que tanto busqué.

Entonces caminé y crucé el umbral de la Puerta del Sol, y simultáneamente sentí que lo hacía a través de Stonehenge y los corredores internos de las pirámides de Egipto, sintiendo el natural miedo de ir a lo desconocido. Sabía que mi ser era ahora energía pura, sin cerebro ni conciencia y que todo lo que veía a mi alrededor era energía pura también, aunque lo ‘veía’ de acuerdo a como mi… “Sí, ¿Mi qué?” me encaré yo mismo “¿Acaso poseo una conciencia quántica?” y no tuve tiempo para más. Inmediatamente los rayos solares bañaron mi cuerpo, y sentí la vibración de cada una de mis células, y poco a poco experimenté la desintegración total de aquel cuerpo cósmico que había habitado por más de 60 años, para transformarme en sólo un ‘pulso energético’, un millón de veces más pequeño que un neutrino o un fotón. Y así empecé mi viaje al más allá.

No estaba triste. Parecía que el haber transpuesto el umbral de aquella puerta me hubiese limpiado de toda la energía proveniente de la realidad, inclusive la del dolor y el miedo. Ahora estaba parado allí, en medio de un radiante luminosidad  dorada que, de por sí, me llenaba de gozo. Disfrutaba de una sensación plena, remotamente comparado con el imposible gozo terrenal de mil orgasmos abrumando mi espíritu. Así, pintado de amarillo con los brazos extendidos para absorber toda la energía posible que el cosmos me brindaba por la eternidad, gocé. ¿Cuanto tiempo estuve en ese estado? Posiblemente un segundo o tal vez un millón de años “No sé” porque el tiempo de la realidad de donde provenimos había dejado de existir como tal.

Pero aun tendría más sorpresas. Deliciosas sorpresas. Y vi, como un punto oscuro desde muy lejos se acercaba a mí, en medio de aquella galaxia dorada, y sentí que una melodía empezaba a llenar mi espíritu. Un universo de sonidos de bajos electrónicos y baterías, guitarras eléctricas y pianos resonaban en mis oídos, entonces descubrí con sorpresa que aquel punto oscuro era realmente un ser humano como yo, que cada vez se hacía más nítido mientras la música se hacía ensordecedora, de pronto sentí una alegría inaudita, posiblemente del tamaño de la Vía Láctea. Mi sensibilidad se agudizó y me di cuenta que la luminosidad dorada que me rodeaba eran en realidad millones de pulsos energéticos como yo y en ella descubrí a todos los que me habían antecedido, familiares, amigos y vecinos, era como volver a casa porque entre ellos vi a la gloria… A mi madre, sólo que esta vez era para siempre.

Y con ella, rodeados de la aureola dorada, me fui por el infinito, alegre, tranquilo, con la paz que me daba la certeza de que un día mi esposa, hijos y nietos me acompañarían también.

El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

  PURO CUENTO 

                

 

AYAHUASCA, IGNORANCIA Y DISCRIMINACIÓN.

Es increíble que en pleno siglo XXI aun existan autoridades que por ignorancia y el mal disimulado prejuicio social, contra el legado de nuestra cultura milenaria amazónica, reprima a quienes mantienen vivo las ceremonias y los beneficios de la medicina natural. El prodigioso brebaje de la Ayahuasca y su ceremonia ritual dirigida por un Shamán, hoy en día se ha ubicado como el principal medio natural de la Sanación Espiritual. Su poder de abrir y hacer posible exceder al mundo del subconsciente permite a quienes lo experimentan resolver problemas o traumas sicológicos, y por lo tanto sanar de una variedad de enfermedades físicas, que la medicina convencional se niega a relacionar, como el Cáncer, la Diabetes y otros males menores. Nuestros hombres amazónicos desde la antigüedad han usado el Ayahuasca en un ritual esotérico que les permitía establecer una armonía entre el mundo real, de él y su comunidad, con la de su espíritu y su ambiente, cuyo resultado era una vida sana, feliz y en paz. El racismo colonial y el extremismo religioso los condenó y persiguió buscando su total extinción, pero más pudo la fuerza de la tradición comunal de los pueblos amazónicos. Hoy en día médicos e investigadores empiezan a reconocer a éste maravilloso brebaje como la cura indirecta de males, como los ya nombrados, que no existieron en esa época. No está demás mencionar a Olivia Newton John como uno de los ejemplos de quienes se han beneficiado con la Ayahuasca y su lucha personal contra el Cáncer por más de 20 años. Pero aun cuesta erradicar aquel mal heredado de la ignorancia y discriminación de otras épocas. Conocí a Ronald Rivera y a su esposa y asistente, Haydee Ojitos, a quien de cariño llamamos Kapullana, hace varios años porque fueron ellos los que me guiaron en mi primera experiencia con la Ayahuasca, de allí nació una amistad de años y por eso a todos, quienes me consultan acerca del tema en innumerable Email, los recomiendo como genuinos y excelentes Shamanes, a quienes podrán encontrar en Ayahuasca-Sabiduria.Com . El siguiente artículo ha sido transcrito de una Revista Virtual. Gracias. Michaelangelo Barnez.

Articulo tomado de la Revista Variedades No. 37

Texto: Christian Capuñay

La ayahuasca, aquella bebida poco comprendida por la mayoría, vuelve a originar un problema a sus difusores. Haydée Ojitos estuvo recluida dos años acusada de incluir opio en las muestras del brebaje

Cuando Haydee Ojitos escuchó del juez la palabra "absuelta", sintió como si sus hombros se hubieran liberado de la carga de Atlas. Después de casi dos años de estar recluida en el penal de Santa Mónica, el Poder Judicial llegaba a la conclusión de que las pesadilla muestras de ayahuasca que esta mujer de 29 años enviaba al extranjero no contenían opio y que, por lo tanto, el dictamen fiscal que la acusaba de formar parte de una banda internacional de narcotraficantes, carecía de fundamentos.

"Todo fue un infierno y una pesadilla para mí. Esperaba ser condenada a 15 años de prisión, pero ahora estoy tratando de acostumbrarme de nuevo a la libertad, después de casi dos años de rutina en el penal", dice Haydee desde la tranquilidad de su hogar, en Surco.

El infierno empezó para ella en noviembre de 2005, cuando se enteró por un diario local que las muestras de ayahuasca que –junto a su esposo, el filósofo y chamán Ronald Rivera- enviaba al extranjero, a través de Serpost, a profesionales interesados en el estudio de los efectos de este brebaje, habían sido intervenidas por la Policía, por haberse detectado rastros de opio.

Preocupada por la situación, durante tres meses Haydee se acercó a la Policía para indagar qué pasaba. Ella cuenta que en un principio los policías no le brindaban mayor información y sólo se limitaban a decirle que esperara alguna notificación.

Ésta llegó el 1 de febrero de 2006, cuando sorpresivamente la Policía apareció en su vivienda con una orden de detención por el cargo de narcotráfico. Se inició el juicio, que, según esta pareja de esposos, estuvo lleno de vacíos y arbitrariedades, pues se destruyeron las muestras y no se les permitió realizar una pericia de parte.

Pero ¿había o no opio en el preparado de ayahuasca que esta pareja de esposos remitía al extranjero? Ronald Rivera (quien se define como ayahuasquero y ayahuascólogo y que en su desesperación por ayudar a su esposa consultó con diversos especialistas) descarta rotundamente esa posibilidad y atribuye la acusación a la incapacidad de la Policía para efectuar un análisis científico y serio.

Él asegura que la Policía hizo un análisis mediocre, con reactivos no confiables que se caracterizan por arrojar un "falso positivo".

Esto ha sido corroborado por el profesor de la Facultad de Farmacia y Bioquímica de la Universidad San Marcos, Jesús Lizano, quien a raíz de este caso declaró que las pruebas de la Policía, como la cromatografía en capa fina, no son confiables para determinar la existencia de opio en la ayahuasca.

"A ello hay que sumarle que la Policía se dejó llevar por demasiados prejuicios y por la ignorancia de lo que significa esta planta sagrada", añade Rivera.

BEBIDA MÁGICA

La ayahuasca es una bebida preparada en base a un bejuco o liana llamado Banisteriopsis caapi y a la chacrunaa. Para los chamanes y los entendidos, es una planta maestra y sagrada, con poderes asombrosos, pues transforma la mente de quien la consume, permitiéndole un mayor conocimiento de sí mismo, de sus temores, de su lado oculto, en un profundo estado de meditación y relajación, por lo que los chamanes lo emplean con fines terapéuticos y curativos.

Además de tener principios activos distintos, los difusores de esta bebida aseveran que la diferencia principal entre la ayahuasca y el opio, o con cualquier otra droga, es que mientras estas últimas destruyen las vidas de quienes las consumen, la primera limpia a las personas desde el punto de vista físico, mental y espiritual.

"Nosotros somos personas honestas que difundimos esta planta sagrada. No somos parte de ninguna banda de narcotraficantes", afirma Haydee Ojitos, quien se hace llamar "Capulana", pues, afirma, fue con ese nombre que la llamó una extraña mujer, con quien conversó durante uno de sus trances
con ayahuasca.

El 20 de agosto pasado, el Poder Judicial la absolvió. Aunque la fiscalía ha apelado la resolución, esta pareja de esposos confía en que finalmente el caso quedará archivado. "No tengo nada que temer, porque no somos delincuentes", afirma "Capulana". Para ella, lo peor parece haber pasado ya.

Otros casos

El caso de Haydee Ojitos no es el único, refiere Ronald Rivera. "Hay otros casos en los que chamanes están siendo procesados por su trabajo con ayahuasca", sostiene, y cita el caso específico del pucallpino Javier Ushñahua García, quien también fue detenido en 2005 y que actualmente es procesado con mandato de comparecencia.

"La ayahuasca no está incluida en la legislación como una droga. Es una planta milenaria y sagrada, y que haya autoridades que la consideren una droga es una ignorancia y un atentado contra la cultura milenaria peruana", precisa.

 

Nota: Para leer más acerca del brebaje sagrado del Ayahuasca, buscar: "AYAHUASCA… UN VIAJE AL INFINITO"  en este mismo Blog, se incluye un video.

LIOLA… A LAS PUERTAS DEL CIELO… PARTE I

 

Este es un cuento en el género literario Erótico, use su libre albedrio para leerlo.

Gracias. El autor.

LIOLA… A LAS PUERTAS DEL CIELO… PARTE I

Iba a 80 KPH por la carretera Cabrillo Hwy, la que antes era la Pacific Coast Hwy, también conocida como la Carretera Panamericana, en mi Mustang convertible de color rojo, un Clásico del 69’, que llenaba la egolatría de mi orgullo juvenil que aun sobrevivía dentro de mí después de 50 cumpleaños. Mi última parada había sido hace media hora en una  estación de Servicio de Gas a la salida del pueblo de San Luís Obispo en California, y ahora me dirigía al siguiente pueblo, Carmél Del Mar, en donde pasaría la noche, y al día siguiente partiría, después del desayuno, al destino de mi viaje, San Francisco, dispuesto a no detenerme hasta llegar allí.

Por supuesto que ir en avión resultaba mas conveniente para el viaje de negocios que hacia. Hoy, temprano en la mañana, había recibido la llamada telefónica de la empresa Urbanizadora “California Developers Inc.” anunciándome que había ganado la licitación para construir 150 casas en Mill Valley, en los suburbios de San Francisco, y que me esperaban en sus oficinas al día siguiente para la firma del contrato y de los papeles del seguro. Este era un contrato que había perseguido por casi todo un año y que, finalmente, se resolvía a mi favor.

Sólo que existía un problema, y éste era que me encontraba muy mal de los nervios debido al estrés sufrido desde nuestra llegada a California. Ya eran quince años que no tenía un periodo de vacaciones real que me alejaran de las planillas de los trabajadores, los presupuestos de materiales, las inspecciones, los plazos del término de las obras y las nuevas propuestas. De otro lado, en el seno familiar, los problemas ocasionados por la adolescencia de mis hijos me estaban destruyendo.

Por eso había elegido hacer éste viaje por carretera, a través de una ruta de más de 600 Kms. que me llevaría por los extraordinarios escenarios de la costa del Pacifico, calificados como los mas hermosos de la Tierra. Travesía de evasión que necesitaba recorrer, a gritos, para liberar mi mente del estrés en que me encontraba, en un viaje que a mi elección duraría 24 horas, en vez de las 7 ú 8 habituales por la Carretera Interestatal #5. La otra opción era ir en avión en compañía de mi esposa, ya en San Francisco hacer algunas compras y cenar en un bonito restaurante, y al día siguiente, firmar el contrato, almorzar con mi esposa, tomar el avión de regreso y en la noche cenar en casa. No, realmente esa ya no era una opción porque sentía que había llegando a mi límite.

No iba a demasiada velocidad para gozar del escenario que, de manera interminable, se abría ante mis ojos kilómetro tras kilómetro. Por momentos cruzaba un bosque, a través de una carretera rodeada de pinos a ambos lados de ella, de un agreste valle y colinas. Para luego llegar a una zona en donde tenía, a mi derecha, agrestes colinas de pinos, y a mi izquierda, la majestuosidad del océano Pacifico formando playas de arena o golpeando acantilados de rocas multicolores. El aire revolvía mi cabello y llenaba mis pulmones con la brisa, sino del aroma de la resina de aquel hermoso bosque, con el característico olor salado del mar o su mixtura.

Paré repetidas veces a lo largo de la carretera con el solo propósito de admirar la hermosura de la naturaleza. Estiraba las piernas y brazos, y así provocaba que una carga extra del aroma natural que me rodeaba entre a mis pulmones, hasta que la pureza del aire me hiera las sienes. Exactamente como cuando llegué a una paradisíaca playa poco antes del pueblo de “Carmél by the Sea”, lugar en donde había decidido pernoctar.

Es muy posible que mi estado de estrés agudizaba mis sentidos y hacia posible la evasión que tanto necesitaba, porque lo que veía, si era algo común y corriente, a mí me resultaba celestial. Estaba parado sobre una playa de arena blanca y gruesa, no muy amplia, de unos 500mts, puesto que en ambos extremos había un conglomerado de grandes rocas oscuras las que funcionaban como natural rompeolas, y hacían que el agua del mar llegara suavemente a la orilla, para morir casi a mis pies empujando algunos muimuyes, yuyos y pequeñas conchas. Al frente mío, en un dorado firmamento, estaba el majestuoso astro Rey a punto de irse a dormir en las entrañas del horizonte. ¿Qué más podía pedirle a la vida con semejante visión? Cerré mis ojos, aspiré la brisa del mar y extendí mis brazos para recibir la energía de la naturaleza, y luego de unos instantes volví a abrir mis ojos.

Entonces una idea cruzó mi mente en medio de la dicha que me producía apreciar tal panorama, la que se convertía en placer en mi alma, y murmuré: “Que hermoso… que hermoso… no me importaría morir ahora mismo” y sentí el tibio y agradable bálsamo del la energía solar sobre mi cuerpo.

De pronto, me di cuenta que alguien salía del mar, casi a cien metros de la orilla, con el agua hasta su cintura.

“¿Será un buzo?” me pregunté debido a la oscura apariencia de la silueta que venía hacia mi, a contraluz del atardecer.

No, no era un buzo, me percaté cuando estaba mas cerca. Era una mujer muy blanca, cubierta de velos de color negro que revelaban su bien formada silueta debido a que estaba empapada de agua. Definitivamente esa era una inesperada y extraña visión.

La mujer paso a mi lado, y ambos sonreímos a manera de saludo. Vi sus ojos marrones, sus finas cejas, sus labios delgados y el pequeño lunar que la adornaba, la palidez y madures de su rostro, y la armonía de sus facciones que en su conjunto la hacían bella. Pasó por mi lado, y no pude resistirme al deseo de voltear y admirar el contorno y el vaivén de sus caderas en el esfuerzo que sus piernas hacían por vencer la dificultad de caminar sobre la arena.

La misteriosa mujer se alejó de la playa, cruzó la carretera, pasó al lado de mi carro y se perdió en el bosque de pinos. Yo la seguí con la mirada como hipnotizado hasta que desapareció. Entonces descubrí que entre los árboles, a media altura de la colina, habían casas con chimeneas humeantes. Lo que inmediatamente me justificó su entrada en el bosque.

La experiencia duró escasos minutos, pero había logrado bloquear mi conciencia del entorno en donde estaba, hasta que una gran ola golpeó las rocas y el sonido me previno de que ésta vez al agua llegaría con fuerza hasta donde estaba parado, haciéndome olvidar a la hermosa y misteriosa mujer de velos negros.

Miré mi reloj, “Las 7:45 p.m.” me dije mientras retrocedía un poco para alejarme de la orilla, sin ningún apuro, y me dispuse a disfrutar de la puesta del sol, del moribundo verano en esa solitaria playa.

Fueron casi 15 minutos de un deleite divino apreciar como cambiaba el color del mundo que me rodeaba mientras se iba ocultando el astro rey. De pronto, unas lágrimas rodaron por mi mejilla, y mi alma se sobrecogió. Realmente no supe porqué lloraba, si por algún problema en particular o por los miles que tenía, sin solución.

Soy un mediano empresario en la industria de la construcción que hace poco dio un salto cualitativo, para transformarse desde uno pequeño, con casa propia y sin deudas, a otro mas grande pero con una hipoteca en su casa y un millón de dólares en créditos, sin otro respaldo que su propio trabajo. Empresa de alto riesgo que sobreviviría a condición de estar en full operación por espacio de dos años ininterrumpidos. Por lo pronto, el contrato que firmaría mañana me daba un respiro por un año, pero mi salud mental no.

Sí, definitivamente estaba atravesando por un estado psicológico especial, debido al estrés, que me ponía al borde de un colapso nervioso que se manifestaba a través en una hiper sensibilidad de mi espíritu. La prueba de esto era simple: jamás en mi vida la belleza de un escenario me había conmovido hasta las lagrimas, pero hoy si.

Regresé a mi Mustang caminando despreocupadamente, ahora absorto en mis ideas, respirando profundo, sin ni siquiera percatarme del trafico, aunque muy escaso, de la carretera en la casi penumbra del anochecer. Encendí el motor y me dirigí al pueblo de Carmél, al hotel “Cypress Inn” en donde ya tenía una habitación reservada.

“Carmél by the Sea” o simplemente Carmél del Mar es un hermoso pueblo en la costa del pacifico, un pedazo del cielo reconstruido en California. Llamarla ‘ciudad’ sería un insulto a la voluntad de sus pobladores en conservarla sin edificios de arquitectura moderna, mayores de dos pisos o que rompan su típico estilo californiano. Pueblo que era un relativo lugar secreto de muchos turistas, que saltó a la fama cuando uno de sus humildes pobladores, la estrella del Cine, Clint Eastwood, fue electo como su alcalde.

Una vez que me alojé en el hotel y me di un refrescante baño, salí a comer.

“Que restaurante me recomiendas” le dije al encargado en el lobby, mientras salía, del hotel.

“Depende de que quiera comer, señor” respondió amablemente.

“Mexicana, comida mejicana” le dije.

“Entonces vaya al Club Jalapeño, está a sólo unos tres blocs desde aquí, en la calle San Carlos, entre la 5ta y la 6ta”

“OK, gracias” y no necesité mas referencias, el lugar y el nombre del restaurante, de por si, me anunciaba una buena comida.

Comí poco y muy despacio, de unos Burritos al Pastor y ensalada, y cuando bebía un White  Zinfandel del Valle de Napa, con la pereza del un rey, vi aparecer por la entrada del restaurante a la misma misteriosa mujer que había visto en la playa esa misma tarde. Mujer a quien reconocí a pesar de que lucía totalmente diferente. Ahora vestía un no muy ceñido y elegante traje de colores, que dejaban ver sus hombros y con escote, con mangas que cubrían sólo sus brazos, y de una sola pieza. Caminaba sobre tacones altos, los que le provocaban un delicioso andar ondulante. Su cabello marrón oscuro,  ahora seco y vaporoso,  se partía ligeramente en el centro de lo más alto de su persona y no llegaba a sus hombros.

Nuevamente venía hacia mí, pero a diferencia de la vez anterior, su vestido y los tacos altos le daban un glamour muy elegante a su figura. Su cabello, que conjugaba con sus ojos, acrecentaba la angelical palidez de su piel, en cuyo rostro, que ahora si llevaba un ligero maquillaje, resaltaba su hermosura. Sí, eran exactamente la expresión de su rostro y sus detalles simétricos los que habían quedado grabados en mi mente y me permitieron reconocerla.

Sus ojos oscuros, sus cejas pobladas y depiladas, a lo largo de la línea natural de la protuberancia ósea, de pómulos suaves en mejillas anchas, de nariz pequeña y aguda, y labios finos adornados por un cercano lunar, denunciaban una armonía greco-romana, en donde lo único artificial eran dos aretes dorados que se balanceaban en los carnosos lóbulos de sus orejas.

Todos esos detalles físicos, conjugados de una manera particular, la hacían entrañablemente hermosa para cualquiera, pero para mí, extremadamente cautivante. ¿Era joven? No. No lo era. Era una mujer madura que estaba en el límite justo entre la lozanía y lo que iba a ser muy pronto un imperecedero recuerdo de ella. ¿Pero si sólo la había visto por un instante en la playa, y ahora, luciendo totalmente diferente, como era posible que la haya reconocido inmediatamente?

Claro que no venía hacia mí exactamente, sino que pasó por mi lado, pero justo en ese instante, cuando estábamos lado a lado, giró su rostro, me miró y ambos sonreímos. Sólo fueron segundos, pero ésta vez no fue la cortés mueca de la playa sino un “Hola, ¿Cómo estas?” tierno. Esta vez también volví a seguirla con la mirada, embelezado con su cimbreante andar, sosteniendo mi copa de vino, hasta que se sentó en la silla alta del bar, me volvió a mirar, muy segura de que yo la observaba, y me hizo un gesto casi imperceptible con la cabeza como diciéndome “Aquí estoy” mientras su angelical sonrisa me invitaba a acercarme.

Permanecí sentado, mejor dicho, clavado en mi silla, sin animarme a aborda a la extraña mujer que ya me había atrapado.

Debo confesar que no tengo destrezas en el arte de flirtear, y que si alguna vez la tuve, esto fue en mi adolescencia pero que hoy no quedaba ni rasgos de ella. Mi masculinidad en estos casos, en que una mujer que me gusta me envía señales de aceptación, me convertía en un tigre que quiere atacar a su presa pero carece de garras y colmillos. Y no precisamente por principios morales o valores de fidelidad, sino que después de casi 25 años de comer placidamente en casa, sin esfuerzos y hasta saciarme, me habían convertido en una fiera domesticada que había perdido su natural destreza de depredar a su victima.

Abstinencia al adulterio que quebré una sola vez en mi vida, debido a un malintencionado comentario de una mujer que tenía todos los atributos para justificar el pecado, pero a quien intencionalmente yo eludía, sumido en la sempiterna duda de quedar en ridículo ante una eventual negativa.

“Es un maricón!!!” le escuché decir, providencialmente, al contarle a una de sus mas intimas amiga, quien le había preguntado acerca de mi reacción a sus insinuaciones. El comentario hirió en lo más profundo de mi masculinidad, porque venía de una mujer de temperamento voluptuoso y aparente entrega a mí. Siempre pensé que mis principios estaban muy por encima de mis instintos, pero no fue así. La fiera rugió y ataqué tantas veces hasta lograr despedazar a mi presa, y convertirla un guiñapo de carne, esclava de mi voluntad. ¿Y luego? luego vino el sádico castigo de ignorarla y el olvido.

Convertido nuevamente en oveja y de regreso a los límites del dorado redil, sufrí el torturante acoso de llamadas por teléfono, a todas horas del día y la noche, al seno de mi hogar, de una mujer obsesionada por el sexo, el capricho o el amor, no sé ni me importaba. Pero su impertinencia no cesaba hasta el extremo de que mi esposa se dio cuenta de la embarazosa situación en que me encontraba. Ella no reaccionó como mujer celosa sino, inteligentemente, hizo dos cosas: no me dijo nada e ignoró las llamadas, lo cual me ayudó a salir del problema.

Pero ésta noche, en el pueblo de Carmél Del Mar, en el bar del restaurante de comida mexicana, frente a mí, estaba una hermosa y totalmente extraña mujer que me cautivaba, quien habiéndome enviado evidentes señas amigables no había despertado en mí el libido de poseerla, sino embrujado por querer conocerla, hablarle, sonreírle y si era posible pasearme con ella… Sí, lo máximo que mi imaginación de hombre había reproducido en mi mente era la visión de que caminábamos tomados de la mano por la orilla del mar.

Situaciones parecidas a ésta me habían sucedido anteriormente, por lo general estando acompañado de mi esposa, lo que justificaba mi inacción. Claro que su presencia era un pretexto para comportarme como un fiel marido, porque la realidad era como les he contado. Pero ahora estaba solo y en busca desesperada a una evasión al estrés que padecía.

Pero los minutos pasaban haciendo mas espesa mi indecisión.

Vi como el barman la atendió con un vaso de agua mineral, la vi beber delicados sorbos y la imaginé besando mis labios, y me inhibí aun mas, mientras mi botella de vino ya estaba por expirar su última copa.

“Terminando de servirme esta copa me acercaré a ella” Me prometí a mí mismo cuando vaciaba la botella hasta su ultima gota, mientras en mi mente se reproducía la imagen de la ilusión de un galán acercándose hacia la dama de su pretendida conquista. No bien acabé de servirme me asaltó la ‘sensatez’ para hacerme ver lo ridículo de mi pensamiento, y quedé paralizado, mirando mi copa.

Lo que pudo haber sido una agradable experiencia se había convertido en un asfixiante dilema que resolví de la manera más fácil: Renunciar a todo intento.

Bebí mi copa de vino y como ya había pagado la cuenta me dispuse a salir, ahora ya tranquilo al haber tomado una resolución. Dejé la copa, me incliné ligeramente hacia delante y con las manos sobre la mesa me ayudé a levantarme, mientras mis piernas empujaban la silla hacia atrás.

Quedé erguido y a punto de caminar el corto tramo que separaba mi mesa de la salida, cuando sin proponérmelo volteé a mirarla.

Su rostro me sonreía y sus ojos clavados en mi persona irradiaban un magnetismo especial. De pronto, sin pensar que hacer, me acerqué a ella. Perdón, decir ‘me acerque a ella’ es sólo un recuento a posteriori, ya que no recuerdo haber dado los diez pasos que me separaban de ella.

Tampoco recuerdo mis primeras palabras del forzado dialogo entre desconocidos cuando inician una conversación. Sólo recuerdo su voz y las breves palabras que me dijo como si hubiera sido un monologo.

“Hola” me dijo, y vi en sus ojos la alegría de tenerme cerca.

De pronto sonrió angelicalmente a algo que dije, palabras que resonaron ininteligibles en mi interior.

Dije algo más y ella volvió a reír. Esta vez vi las dos filas de perlas que asomaban a sus labios, y tomó, por un brevísimo instante, mi brazo con toda confianza.

Volví a decir algo más mientras giraba mi rostro, sin un propósito premeditado, y me descubrí reflejado, en el espejo del bar, junto a ella. Lo que vi me sorprendió, porque me advertí dueño de una situación que en algún lugar de mi personalidad temía, pero que ahora ya era historia. Entonces la vi inclinarse hacia mí y reposar su frente en mi hombro como desmayando de la risa que le provocaba. ¿Qué le habré dicho? No sé, pero funcionó.

Cuando se repuso nos miramos a los ojos, entonces le pregunté:

“¿Deseas beber algo?”

“Sí, una margarita” dijo con una voz angelical y volvió a posar su mano en mi brazo. Pero esta vez fui conciente de la delicadeza de su contextura física y de la blancura de su piel que resaltaba aun más la oscuridad de la mía. Entonces acarició mi mano suavemente y, como descubriendo mis pensamientos, me dijo “No sabes cuanto me gusta el eterno bronceado de tu piel”. Volví a mirar mi mano, la que ésta vez tomaba la suya, y redescubrí los millones de poros que agujereaban mi brillante piel bronceada surcado por los gruesos canales subcutáneos de mis venas.

Increíblemente, el reflejo de mis actos en el espejo me había devuelto la conciencia de lo que hacia.

El joven barman se acercó sonriendo, demostrando que había oído el dialogo.

“Mande, señor” me dijo amablemente.

“Por favor, una ‘Margarita’ de fresa para la señorita y un ‘Tequila Sunrise’ para mí”.

“¿Desea que le sirva aquí o el patio?… Tenemos allí a un cantante en este momento” comentó amigablemente.

“Que sea en el patio por favor” le respondí sonriendo, y salimos a sentarnos en una mesa de madera en estilo rustico de un amplio patio-jardín que estaba en semipenumbras, de baldosas de cerámica roja, en donde destacaba una fuente de agua en la parte central; al fondo, sobre un iluminado escenario, un señor de mediana edad cantaba en español acompañándose con su guitarra.

Cuando me senté frente a ella me vino una ráfaga de conciencia plena, como hombre fiel y casado, de la situación en que me encontraba, pero tan pronto como encontré sus ojos mirando a los míos la cordura racional volvió a desaparecer y me dejé llevar por la espontaneidad de mis actos interactuando con los de ella.

No sé exactamente cuanto tiempo estuvimos conversando en la semipenumbra del patio, abriendo nuestros espíritus. Me contó la experiencia de su primer amor con palabras que creí reconocer como una historia también mía. “Entonces mi alma era candida y pura, con tanto anhelo como temor viví mi primer amor…” Me dijo.

Yo le confesé mi eterno dilema de iniciar una conversación con una bella mujer en un lugar publico “Como tú, cuando estabas en el bar, yo padecía lo indecible para acercarme a ti…”.

A lo que ella respondió inmediatamente diciéndome mientras reía “Y yo rogaba para que vinieras…”.

Y así, aquellos escasos minutos, en el patio del restaurante de comida mexicana, se iban haciendo mas íntimos, mas tiernos, dándonos la ilusión de que nos conocíamos por siempre.

Por momentos ella tomaba mi mano y acariciaba mis nudillos, introduciendo sus dedos entre los míos. En otras, era yo quien seguía los surcos de su palma como queriendo descubrir sus secretos pero eludiendo adivinar el futuro.

Cuandm salimoq del restaurante a la calle yo la llevaba por la cintura y ella reposaba su cabeza sobre mi costado.

“Llévame a la playa” me pidió mirándome a los ojos, y en su mirada me prometió la felicidad.

“Okey Liola, pero primero vamos a mi hotel” le dije susurrando, pronunciando su nombre por primera vez, sin recordar el momento que me lo dijo.

Caminamos despacio, debido a los tacos altos que usaba, por las calles iluminadas de la luz ámbar de los postes con dirección a mi hotel y, sin entrar en él, fuimos al parqueadero en busca de mi Mustang convertible.

Así llegamos, sino al borde mismo de la playa, a un camino muy cercano a lo largo de él llamado Scenic Road. Nos quedamos allí, admirando a la luna y a su reflejo en el mar, en silencio, arrullados por la melodía que producían las olas al reventar cerca de la playa. Pasaron los minutos y el silencio entre nosotros no nos incomodó, menos aun cuando entrelazamos nuestras manos.

“Ayer llegué a Carmél… y caminé sola por todo este camino… esperándote… ” Me dijo Liola mirando al mar.

Debo confesar que no tengo el exquisito espíritu de los poetas, ni aprecio el arte barroco en ninguno de sus campos. Construyo, por años, carreteras, puentes y casas, siguiendo normas y medidas exactas. Y cuando escucho a alguien decir lo que acababa de oír, lo tomo como una simple metáfora que no llego a entender.

“Y vi unos bancos muy bonitos de troncos de madera en los que me imaginé estar sentada contigo” Me dijo con su angelical voz, mientras giraba su cuerpo y señalaba un lugar de la playa.

Entonces la miré y aprecié el contorno de su perfecto perfil iluminado por la luna. Ella volteó su rostro hacia mí, me miró por un segundo, entonces me acercó sus labios para que se los besara. Y los besé. Los besé como si fuera un adolescente, y ella me correspondió de la misma candida manera.

Entonces sentí un torrente de energía adentro de mí, que me gritaba que no lo era. Efectivamente, no lo era, ni ella tampoco. Sino todo lo contrario, éramos maduros cercanos al punto de un no muy lejano languidecer. Entonces nuestros brazos se entrelazaron con la misma fuerza que nuestras lenguas, en un húmedo beso que evidenciaba muestro apetito por devorarnos, hasta que descubrimos que los controles de mi auto, entre ambos asientos, nos molestaba para lo que con ansias queríamos lograr.

Dejé de abrazarla y nos separamos, pero no pudimos apartar nuestros ojos de nuestras mutuas miradas, ni soltar tampoco nuestras manos. Realmente estábamos algo incómodos, sentados de lado, pero no nos importaba.

“Dios mió… que bella eres” le dije, y ella simplemente sonrió realzando aun más su belleza.

“Hoy en la tarde fui a una playa cercana, al sur de Carmél… -me dijo, y añadió-… allí, en la colina y entre árboles, una amiga tiene una cabaña, pero era en el mar donde quería estar… entonces fui a nadar…”

Yo la escuchaba con atención, encajando sus palabras en mis recientes recuerdos de esta tarde.

“Pero tenía la obsesiva ilusión, en lo mas profundo de mi alma, de que te iba a encontrar allí… Pero la playa estuvo desierta… y con lágrimas en los ojos entré al mar, y el agua salada se confundieron con ellas…”

Yo la miraba escudriñando sus ojos, sus labios, su frente, su delicada nariz, sus gestos y los pliegues de la piel de su rostro mientras me hablaba. Y en mi alma me escuché decir “Dios que sincera y tierna eres… y que sedienta de amor estas”.

Ya eran varias horas desde que se había iniciado nuestro encuentro, y hasta este instante no había visto ni un solo gesto o mirada que denunciara la falsedad de sus actos. Me miraba y hablaba con la naturalidad de conocerme toda una vida, aunque sus palabras revelaban una tristeza recién superada.

“Pero cuando salí del agua te vi parado en la orilla… al principio no te reconocí porque estuve enamorada por mucho tiempo de un recuerdo… Te vi más robusto y con la barba encanecida, pero cuando me sonreíste y miraste a mis ojos, vi tu alma… Eras el mismo de siempre… Mi adorado… ”

Liola se acercó nuevamente, rodeó mis hombros con sus brazos y me besó. Nuestras lenguas volvieron a entrelazarse mientras nuestros labios buscaban afanosamente la forma de acoplarse para transmitirnos lo que no podíamos con palabras. Rodeé su cintura con mis brazos, la acaricié y la traje hacia mí, instintivamente, para sentir el palpitar de su vientre junto al mió, y sentí que ella me correspondió levantando una rodilla e intentando apretarse a mí, pero un millón de cosa se interpuso a nuestras intenciones. Entonces nos calmamos.

“Vamos a mi hotel… -me pidió, y me explicó-… quiero cambiarme de vestido y refrescarme un poco”.

Repito, en mi vida profesional he construido muchas estructuras de ingeniería, y sé, que lo hermoso de una arquitectura se logra con paciencia, colocando cada ladrillo en su lugar, y en el momento debido, en donde antes no había nada. Y si bien es cierto que no soy poeta, tuve el tino suficiente y dejé que Liola escribiera los detalles de las rimas de los versos que nos llevarían inexorablemente al paroxismo del amor.

Sí, no necesitaba ser adivino para saber que esa noche haríamos el amor, ni tampoco tener demasiada experiencia para saber que la mujer que estaba a mi lado era un ser especial, de los que a estas alturas de mi vida no encontraría. Así que fui cauto y condescendiente para dejarme llevar por la mágica partitura amatoria de Liola.

Su hotel, “The Colonial Terrace”, estaba muy cerca del otro extremo del camino en que estábamos estacionados, y me tomó menos de cinco minutos para llegar al estacionamiento del lugar, aunque tuvimos que caminar casi 20 mts por un camino pavimentado de ladrillos rojos, alumbrados por postes de mediana altura. Por donde Liona caminó descalza, abrazada a mi cintura y riendo a las ocurrencias que brotaban de mi ya afiebrada mente de amante. Así la vi pequeña, sin usar sus tacones no llegaba a la altura de mis hombros, lo que me dio una sensación de poder y a la vez protección sobre ella.

Cuando llegamos a una especie de terraza, frente a la entrada del hotel, nos sentamos en unos sillones, al aire libre, y besándome me pidió que la espere unos minutos. La vi alejarse caminando sobre las puntas de sus pies, sosteniendo sus zapatos en una mano, y la contraluz de las lámparas de neón que alumbraban el lugar resaltó el contorno de su figura, entonces, como un rayo, vino a la mente su imagen desnuda y quedé embelezado por unos segundos.

Esperé casi 30 minutos. En los que, desde mi asiento, miré los alrededores, y el lugar me pareció el paraíso, si es que éste tenía casas con lámparas y jardines, y luego simplemente divagué en mis pensamientos. Entonces me asaltó una idea, producto de mi inseguridad emocional y de la extraordinaria personalidad de Liola.

“¿Y qué, si ella no quiere…? ¿Que sólo este jugando conmigo?… No, no puede ser… Sus ojos, sus gestos, sus palabras casi incomprensibles para mí, y por ultimo, sus besos me han demostrado que esto es serio… ¿Serio?” me pregunté, y estuve a punto de romper el estado mágico que Liola había generado en mi alma, si ella no hubiera aparecido en ese preciso momento.

Fueron escasos los segundos que transcurrieron al verla venir como un angelical fantasma. Vestía totalmente de blanco, un vestido de algodón de una sola pieza, ajustado de la cintura para arriba, que llegaba a cubrir sus hombros y brazos, y con un escote horizontal que resaltaba sus senos; y abajo, era amplio como un faldón, el que llegaba a cubrir sus rodillas dejando ver sus tennis shoes y medias cortas del mismo color. Además, sobre sus hombros, como un chal, un suéter abierto.

Si las dudas durante la espera habían atacado mi ánimo, fueron sus besos los que se encargaron de renovar la promesa de que íbamos a tener una gran noche.

“Vamos amor… ahora si estoy lista” y tomando mi mano de llevó de nuevo por el camino pavimentado de ladrillos rojos y faroles amarillos. Pasamos de largo al lado mi auto, y caminando nos dirigimos a un lugar que ella ya conocía y me había mencionado antes.

Tan pronto como habíamos dejamos la vecindad de casas, Liola se volvió contra mi y en la semipenumbra nos besamos con la misma pasión como lo habíamos hecho la ultima vez, sólo que ahora, era la ropa que llevábamos puesta lo único que se interponía entre nosotros.

Los besos encendieron nuevamente muestras almas, nuestros labios jugaban a acariciarse y humedecerse mientras compartíamos muestra misma respiración. Su cuerpo se apretó al mío y logró dibujarse en mi mente coincidiendo lo cóncavo y convexo, sus fisuras y mis protuberancias, y yo, mientras la sostenía con una mano por la cintura, con la otra acaricié suave y lentamente el contorno de sus nalgas y su ya ardiente hendidura.

Liola dejó de besar mis labios para buscap mi cuello, y yo cerré mis dedos en una de sus contorneadas nalgas como queriendo estrujarla.

“Ah…” gimió, y yo temí haberle hecho daño.

Yo estaba muy inclinado sobre ella, sosteniéndola ahora con ambas manos por la cintura, entonces ella se abandonó, dejó caer su cabeza hacia atrás y me ofreció su delicado cuello, el que besé con pasión mientras una sinfonía de quejidos se entremezclaba con los de las olas de mar. Entonces sentí que sus manos surcaban mi cabello, acariciándome y guiándome a donde quería ser besada, hasta apartarme de ella ejerciendo una presión de una manera casi imperceptible.

Ambos, jadeando de pasión, nos miramos a los ojos, y la luz de la luna me permitió constatar el estado de embriagues, compartido, en el que nos encontrábamos como producto de estar bebiendo a sorbos el cóctel de las hormonas del amor. Y nos calmamos, mutuamente, con suaves besos porque que sabíamos que la noche daba para mas… Mucho más.

Volvimos a caminar por el Scenic Road en busca del lugar al que Liola quería llegar, y en el trayecto volvimos a repetir los besos y caricias que nos volvían a encender porque ya éramos adictos el uno al otro.

Hasta que su alegría se iluminó y exclamó “Allí, allí esta el banco de madera que te conté… Allí te imaginé conmigo… No sabes como me sentí tan sola esta mañana… pero ahora estás conmigo…”. Y caminamos hacia él.

CONTINÚA…

El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

 PURO CUENTO

           

 

 

LIOLA… A LAS PUERTAS DEL CIELO… PARTE II

LIOLA… A LAS PUERTAS DEL CIELO…. PARTE II

Hasta que su alegría se iluminó y exclamó “Allí, allí esta el banco de madera que te conté… Allí te imaginé conmigo… No sabes como me sentí tan sola esta mañana… pero ahora estás conmigo…”. Y caminamos hacia él.

El banco era de madera, solidó, amplio y con un respaldar inclinado, además, estaba rodeado de un arco-bóveda de tiras entrelazadas de madera en el que las enredaderas de buganvillas la habían cubierto formando una estructura compacta.

Nos sentamos y, a pesar de la pasión que sentíamos, fuimos conciente de la belleza del lugar. El mar continuaba con su sinfonía infinita, reflejando a la luna que ya amenazaba con irse, discretamente, para darnos la privacidad necesaria y no ver lo que nuestras almas ya anunciaban lo que nuestros cuerpos anhelaban por hacer.

“Te busqué por caminos quizá equivocados… -me dijo mirándome a los ojos, y añadió-… no supe que a ti se llegaba por claros senderos… mas ahora presiento que tu amor es sincero… y en aras del viento… tu me vas a llevar… A las puertas del cielo, al confín de los mares…”

Entonces nos besamos, y la pasión reprimida tantas veces hizo que inmediatamente la lujuria se desborde, como un torrente embriagante, por nuestro cuerpo, en el que besar y morder nuestros labios ya no eran suficientes, ni para mí y ni para ella. Besé su cuello y sus hombros mientras ella temblaba, y de allí a sus desnudos pechos, los que llenaron mi boca, cada una, como jugosas frutas, para luego morder sus erguidas protuberancias hasta hacerla gemir y oír el extenuante jadeo de su respiración, sintiendo en mis labios los latidos del galope de su excitado corazón… Hasta que sus suaves manos, con delicado gesto, me separaron de ella.

Aun quedaban en mi mente atisbos de conciencia, lo que me permitió descubrir en el transfigurado rostro de Liola, que si la hora aun no había llegado, era ahora otro el punto de su ansiedad erótica.

Entonces giré, dejé el asiento del banco y me arrodillé frente a ella. No sé si Liola era conciente y vio lo que hice, pero su instinto de hembra la hizo doblar y recoger sus piernas para apoyar sus talones sobre el banco, a la vez que subió su faldón hasta la cintura, y desplegándolas a los costados se abandonó sobre el respaldo del asiento.

La luna envió su último resplandor de luz como excitada al saber lo que venía, y así yo pude ver a su vez los labios de Liola, húmedos, entreabiertos y sedientos de ser besados, e invitándome a beber el néctar que de ella brotaba.

Hundí mi rostro en aquel exquisito manantial, y sentí el húmedo y ardiente calor de un incendio que pedía ser extinguido a como de lugar. Besé y mordí sus labios y un alarido escapó de su garganta. Su cuerpo tembló, y me contuve pensando que iba muy rápido. Entonces, me entretuve por unos segundos en los alrededores de sus pliegues, besando y rozando con mis labios la loma cubierta de un espeso bosque y su entorno, hasta que los temblores cesaron para convertirse en un ondulante y suave vaivén. Su dulce alarido, que fue ahogado por las olas de mar, ahora eran excitantes quejidos, ecos de mis caricias y termómetro de su pasión.

Sentí sus dedos hundirse en mis cabellos como una suave caricia, acompañados de profundos y espaciados suspiros. Y volvió a guiarme por su vibrante llanura hasta llegar a las profundidades de su inundado valle en el que amenazó ahogarme. Sus quejidos aumentaron y, soltando mis cabellos, se transformaron en la guía del placer. Entonces, tomó mis manos, entrelazando nuestros dedos como un seguro para no apartarnos jamás.

El ritmo del vaivén y los quejidos aumentaron con la misma intensidad que mis besos y mordiscos. Me hundía entre sus labios y mi lengua se paseaba por las orillas de la profundidad de su herida, tanto como ella quería, para luego jugar en el entorno, hasta que llegamos al borde del abismo.

Yo ya lo sabía, desde el momento en que ella entrelazó sus dedos con los míos, que Liola quería llegar a la cumbre del Everest y no a la simple cima de un picacho, y la única manera de lograrlo era avanzar en varias etapas para evitar perecer en el camino, y que yo, como su ‘shepar’, sabía que había llegado la hora del primer peldaño.

Me separé por un instante de ella, lo justo para mirarla, y la vi cimbreándose y jadeando a la espera del empujón definitivo que la enviara al dulce vacío del orgasmo. Vi sus carnosos y palpitantes labios, mojados del néctar de la lujuria, y vi también, en la juntura de estos, al erguido lóbulo que palpitaba intermitentes luces pidiendo ser devorado. Sí, la hora había llegado y me lancé contra el libidinoso faro, y así, pegado a ella, fuimos en una caída libre en la que como guía no podía perder la conciencia de mis actos.

Sus manos se crisparon en las mías y un tsunami de quejidos y movimientos anunciaron el inminente desborde del dique del placer… Y no la abandoné ni un instante. El ritmo de su pelvis se volvió frenético e imparable y el jadeo en su garganta amenazaba con ahogarla, como angustiada por lograr romper el imaginario dique de su alma que aun atrapaba a su felicidad. Sus manos apretaron aun mas las mías, y no sé como en ese instante la miré por entre la espesura del bosque en el que estaba agazapado, así supe que ya estábamos muy cerca del Big Bang de la gloria porque su rostro se había transfigurado, los iris de sus ojos se habían escondido, sus fosas nasales vibraban y sus labios se estiraron en un rictus de muerte celestial. Entonces arremetí nuevamente contra su sensible lóbulo hasta que al fin estalló en gritos y espasmos incontrolados que golpearon mi rostro, pero aun así no la abandoné. El voluptuoso tsunami duró sólo un minuto, en cambio, la dulce corriente de energía que recorrió su cuerpo, haciéndola temblar y enervando los poros de su piel, se prolongó una dulce eternidad. Energía de amor y felicidad que pude beber directamente de su inagotable manantial.

Por unos minutos seguí sumergido en ella, acompañándola, acariciándola muy suavemente con mis labios. Así, fui testigo de sus esporádicos y lentos espasmos que siguieron al tsunami experimentado, hasta que la calma regresó. Luego cubrí su desnudez, exactamente como lo hizo Adán después de comerse a Eva, pero no de vergüenza sino de celos de que el viejo, desde el cielo, la pueda ver. Y permanecí otros tantos apoyándome en su regazo mientras ella, inmensamente agradecida, acariciaba mis cabellos.

Habré estado como una hora, creo, arrodillado sobre la arena desde que había empezado mi faena lingüística hasta el descanso, y al quererme parar no pude evitar el exhalar un quejido al estirar mis entumecidas piernas y enderezar mi cintura.

Liola tomó mis manos e hizo  que me sentara a su lado, miró mis ojos  y los detalles de mi rostro, y mientras sonreía me acarició.

“¿Seré yo el hombre que ayer esperabas?… ¿Seguiré siendo él?… ¿O acaso ya terminó la magia del momento?” Me pregunté en silencio.

Liola pasó sus dedos por mis cejas, por mi frente, por las arrugas de mis ojos y mis sienes, mis pómulos y mi encanecida barba… y suspiró.

Yo estuve atento a cada uno de sus gestos y a la expresión de sus ojos para descubrir algo, sino el hastió, la decepción. Pero, nada, nada empañó la radiante felicidad que brotaba de ella de tenerme a su lado… y me halagó.

Entonces Liola acercó su rostro, me besó tiernamente y sentí muy suavemente su tibia lengua entre mis labios. Y descubrí que ya no había fuego sino ternura, y me gustó aun más. Se acurrucó en mi pecho como queriendo hundirse en mi corazón y así dormimos por unos minutos.

De pronto ella despertó, y lo abrupto de su movimiento me despertó también, y mirándome a los ojos me dijo “A las puertas del cielo, al confín de los mares… Cuantas veces en mis sueños te he llevado junto a mí… He sentido tu mano como suave caricia… Y en el eco de tu risa una nueva primavera… A las puertas del cielo, al confín de los mares… Te he llevado junto a mí, Te he llevado junto a mí… Amor” y sin mediar mas palabras me besó mientras se sentaba en mis rodillas, frente a mi.

Ambos, afanosos y deliberadamente, buscamos mi correa y la cremallera de mi pantalón para liberar lo que se anteponía entre nosotros y nuestras intenciones.

Sabía a donde llegaría ahora, aunque jamás imaginé la felicidad que iba a sentir. Yo estaba intacto, había sabido contenerme durante toda la noche pero ahora dudaba, siquiera, poder resistir tan sólo el húmedo calor de sus entrañas.

Liola no dio rodeos ni preámbulos amatorios, ella ya estaba dispuesta nuevamente como una salvaje hembra en celo. Lo supe porque sentí el angustiado temblor de sus manos al liberar las barreras que se interponía entre mí y el centro de su identidad femenina. Temblor que aumentó cuando sin miramientos atrapó a mi erguida masculinidad para guiarlo, y sólo dejarlo ir, en el borde del abismo de la profundidad de su ser.

Su embate fue violento y profundo, tanto que la hizo lanzar un quejido, a la vez que sacudía su cabellera como una loba herida. Pero yo, además, sentí que algo crujió, realmente no sé si fue el banco de madera, los frágiles huesos de su cadera o los míos, pero inmediatamente sentí el sofocante calor, de sus labios aprisionándome en su totalmente anegada profundidad, del dulce néctar que le permitía a mi nave navegar por entre el ajustado espacio de su estrecho corredor.

Liola no me esperó y, tan pronto me sintió adentro de ella, emprendió su loca carrera para alcanzar las estrellas, lo que en definitiva me ayudó porque prolongó mi llegada, dándome ventaja hasta que mi respiración se hizo unísona con la de ella.

Ahora, frente a frente, y sin embriagarme aun de placer, podía deleitarme viendo los rictus de su rostro provocado por el placer recibido. Sus mejillas temblaban nerviosamente, sus fosas nasales vibraban, sus labios se estiraban y a través de la ranura de sus ojos podía ver que sus oscuros iris se habían fugado dejando sólo la blancura de ellos.

Ella estaba fuera de sí, como poseída por el placer, muy cerca al éxtasis del paroxismo, y yo me iba acercando aceleradamente, entonces mi instinto animal tomó las riendas de mis actos. Y me perdí por un instante. Deslicé mis manos debajo de su falda, jugué con sus redondeles y depresiones, luego agarré fuertemente sus caderas y pude, de manera frenética y sin descanso, estrellarla contra mí, hasta que la escuché decir un desesperado “Ya… Ya” anunciando la llegada, entonces arremetí con más fuerza y ambos estallamos en convulsiones que nos llevó al cielo en un apretado abrazo.

Sí, al cielo, porque Liola logró susurrar a mi oído, entre espasmos, jadeos y balanceos, una dulce oración… “A las puertas del cielo, al confín de los mares…” y yo veía, en mi intermitente estado de conciencia, entre el placer y la realidad, al oscuro firmamento aclararse en un nuevo amanecer, y creía sentir que de veras llegaba a las puertas de cielo y al confín de los mares.

“Entonces mis sueños… -dijo casi ahogándose en sus espasmos-… Se harán realidades…  Ahora si sé que es cierto que yo volaré junto a ti” y una nueva ola de contracciones me anunciaba que su felicidad era plena, mucho mas allá del simple sexo o del placer provocado en cualquier lugar de su cuerpo, sino de su alma al sentirse amada sin condiciones ni reservas… “Ahora… presiento… que tu amor es sincero… -volvió a decirme-… y en aras del viento… tu me vas a llevar… como cuando… A las puertas del cielo, Al confín de los mares… Cuantas veces en mis sueños te he llevado junto a mí… Te he llevado junto a mí… Junto a mí…” y Liola se durmió en mis brazos.

Fue la alarma de mi reloj lo que nos despertó. Eran las 8 de la mañana y nadie en la playa de Carmél aun daba señales de vida. Habíamos dormido sobre el banco de madera casi tres horas, y el sentido común nos decía que no podíamos seguir allí.

No sé en que momento Liola se había escurrido de mis rodillas al asiento aunque seguía abrazándome, apoyada sobre mi pecho.

“Dios mió gracias por este nuevo día” dijo Liola estirando sus brazos al cielo a manera de plegaria y para desentumecer los músculos de su cuerpo.

Yo me paré con dificultad y maldije mi maldita vejez “Mierda, dos noches mas como ésta y me voy derechito al infierno” mientras ponía mis dos manos en mi cintura, a la altura de mis riñones, y estiraba mi abdomen hacia atrás. Escupí el sabor amargo de mi boca en la arena, y busqué una pastilla de menta en el bolsillo de mi chaqueta. Tomé uno y le ofrecí otro a Liola, la que rechazó. Entonces caminé hacia el mar que estaba a escasos 100 metros del banco de madera. Allí, otra vez estiré mis brazos e hice algunos giros de cintura, doblé mis rodillas, y la conciencia regreso a mí. Sí, así somos de estúpidos los hombres, hacemos el amor de una manera gloriosa en la noche y al día siguiente nos olvidamos de nuestra pareja. Giré en busca de Liola para reparar mi descuido, y la vi sentada en el banco de madera, doblada y con el rostro entre sus manos, entonces fui hacia ella.

“Liola… -le dije arrodillándome frente a ella, y añadí-… me has dado la noche mas grande de mi vida” y acaricié su cabello.

Ella levantó su rostro. Vi sus ojos oscuros enturbiados, por primera vez, por la tristeza y la huella del llanto aunque ya estaba serena. En silencio la acaricié mientras descubría mas detalles de su rostro que a ella no le importaba esconder. Lo poco del maquillaje que usaba había desaparecido. Las arrugas alrededor de sus ojos y labios, y los de su frente estaban totalmente expuestos a mis ojos. Entonces sonrió levemente, y un surco se hizo en ambas mejillas.

“Dios mío… Que bella eres” le dije, y ella sollozó escondida en mi hombro. Entonces volví a darme cuenta de otro descuido. Ella me había dicho una y mil veces que me amaba, y yo ninguna. Entonces, acaricié su cabello y le susurré al oído lo que ella estuvo esperando toda la noche oír de mis labios.

“Liola… Te amo… Te amo mas que a mi vida”.

Ella levantó su rostro y con los ojos cerrados me ofreció sus labios. La besé, y nos besamos sin pasión sino con ternura. Era verdad, la amaba, la amaba más que a mi vida.

Liola se reanimó, su sonrisa regresó a sus labios, me miró y empezó a susurrar una canción.

“De pronto me dices

Que poco te cuesta
buscar una casa muy linda que ha de ser nuestra
Que tiene jardines

Colgados del cielo
con miles de niños con tanta ternura en sus juegos
Entonces mis sueños

Se harán realidades
ahora sí, que es cierto que yo volaré junto a ti”

Y levantándonos del banco corrimos a la orilla del mar, a la vez que gritábamos al viento la canción que llevábamos en el alma y que había estado presente, acompañándonos, toda la noche.

“A las puertas del cielo, al confín de los mares
cuantas veces en mi sueños te he llevado junto a mi
he sentido tu mano como suave caricia
y en el eco de tu risa una nueva primavera
A las puertas del cielo, al confín de los mares
cuantas veces en mi sueños te he llevado junto a mi
te he llevado junto a mí
te he llevado junto a mí
junto a mí…”

 

La dejé en la terraza de su hotel y quedamos en vernos en una hora, para desayunar juntos.

Yo regresé a mi hotel con el alma henchida de felicidad, me di un baño muy reconfortante de agua tibia mientras pensaba que la felicidad había renacido nuevamente en mi espíritu como nunca lo había imaginado, pero… Pero, estaba ante un gran problema. No quise pensar más acerca de eso, y bloqueé mis raciocinios o a la severa acusadora denuncia de mi conciencia.

Fui unos minutos antes de las 9 a.m. al restaurante de comida mexicana, allí me encontraría con Liola.

“Buenos días, Señor… En unos minutos estaremos listos para servirle el desayuno” me dijo el mismo joven que me había atendido la noche anterior.

Sentado en una mesa del Patio leí el menú y la boca se me hizo agua al imaginarme el plato de quesadillas y enchiladas que iba a ordenar. “¿Que comerá Liola?” me pregunté. Luego tomé el periódico local y leí los avisos e historias acerca de Carmél, hasta que terminé de leer lo que inclusive ni me interesaba. Miré mi reloj. “9:30 a.m. y no llega Liola” me dije, no molesto por la tardanza sino preocupado.

“Gusta ordenar su desayuno, señor” me dijo amablemente el mozo del restaurante.

“Estoy esperando a alguien mas” le dije a manera de negativa a su pregunta.

“Oh, a la señora de anoche… Su esposa es muy bonita, señor”

“Sí, a ella” le dije para no darle explicaciones.

Esperé media hora más pero ella no llegó.

“Joven… -llamé al mozo y le pregunté-… ¿Conoces el teléfono del hotel ‘The Colonial Terrace’?”.

“Sí señor…-y acercándose a la mesa tomó el periódico local, buscó en unas paginas, y cuando lo encontró me lo enseñó-… Este es señor”

Marqué en mi celular en número mostrado en el anuncio, y el rin de la llamada me anunció que alguien me iba a contestar.

“Aló… The Colonial Terrace para servirlo” me contestó alguien al otro lado de la línea.

“Por favor comuníqueme con Liola” le ordené.

“Un momento por favor… -me dijo, y demoró menos de un minuto en volver a hablar-… Señor… aquí no hay nadie registrado con ese nombre… O quizás es un diminutivo de su nombre real… ¿Lo conoce Ud.?”  La persona al teléfono había sido muy amable en su trato, y demostraba experiencia en su trabajo.

Yo no lo sabía, y me sentí muy avergonzado de eso.

“Voy para allá” le dije como única respuesta al caos de ideas que tenía en mi mente.

Fui al hotel, al mismísimo lugar en donde dos veces la había visto entrar. Allí me atendieron amablemente, me enseñaron el libro de Registro, en donde había sólo seis parejas alojadas desde ayer o el día anterior. Y nadie correspondía a la descripción que di de Liola. No insistí más, y pidiendo disculpas por mi supuesta confusión me marché.

“No puede ser… -me dije al subir al Mustang-… no puede ser, anoche la traje aquí, se cambió de ropa, y ésta mañana vine caminando con ella hasta esta terraza”

Encendí el motor y fui a recorrer el camino Scenic Road. Llegué al lugar en donde la había besado por primera vez. “Estuvimos aquí” me dije.

Luego regresé por el mismo camino en busca del banco de madera en donde habíamos pasado la noche y amanecido.

“Dios mío… -exclamé al ver su suéter blanco que había olvidado en el banco, cuando salimos a correr por la playa emocionados por la canción- … que hice mal que me has abandonado?” Y me dolió en lo más profundo de mi alma su abandono sin excusa alguna.

“Yo no te iba a obligar a nada… Si esto era el amor de una noche, no te lo iba a reprochar… Nooo… Pero no te has podido ir así” y mis ojos se humedecieron.

Dejé Carmél con dolor, aunque siempre la recordaría asociada a la más extraordinaria experiencia amatoria de mi vida… “Sólo comparada con mi Luna de Miel hace ya mas de 25 años” me dije reconfortándome a mi mismo.

Aun me quedaban dos horas de viaje por aquella paradisíaca carretera para llegar a San Francisco. Tiempo que voló porque mi mente repetía una y mil veces los recientes recuerdos de mi aventura. “Sí, mi aventura, una simple pero extraordinaria aventura”. Traté de conformarme.

Llegué a San Francisco, firmé el contrato, bebimos Whiskey Americano, ‘Jim Beam’, para celebrarlo y me marché.

De regreso, tenía la malsana idea de parar en Carmél y buscarla nuevamente.

Llegué de noche, eran las 8 p.m. y no tenía la intención de alojarme en ningún hotel. Fui directo al restaurante de comida mejicana porque una corazonada palpitaba en mi alma. Allí, la noche anterior, el barman y el mozo nos habían visto.

En el trayecto, una idea me vino a la mente como un rayo “¿Y si es casada y ahora está acompañada de su marido?”

Estacioné mi mustang en el parqueadero del restaurante y cuando caminaba al local me dije “Entonces me despediré de ella con un adiós con los ojos… Pero, dios mío, quiero verla otra vez” y entré al restaurante.

Allí… allí estaba ella… Sola, sentada en la misma silla alta del bar, en  donde la abordé anoche.

Ella me vio, y yo volví a ver en su rostro su angelical sonrisa. Sus ojos se encendieron de alegría, invitándome a acercarme.

“Hola… -le dije sonriendo porque no había reproches en mi alma sino alegría de volverla a ver-… quieres beber algo?”

“Sí… Lo mismo de anoche”

El barman ya estaba a nuestro lado sonriendo amablemente.

“Una Margarita de fresa para mí… -se adelantó Liola, y añadió-… Y un Tequila Sunrise para mi marido”.

El solo hecho de escuchar aquella palabra ‘Mi marido’ lavó como un bálsamo la herida que tenía en el corazón.

“¿En el patio?” dijo el barman.

“Sí” contestamos ambos al unísono, y reímos.

En el patio, en un principio, conversamos de banalidades aunque como no había mucho de esto fuimos al tema de su inexplicable desaparición.

“Primero, debes de saber que esta noche te esperaba… -me dijo muy sería, y sonriendo añadió-… pero aun así, al verte, me sorprendí… ahora estoy mas feliz que nunca porque regresaste a mí sin importarte nada”

“¿Pero porqué te fuiste de esa manera? ¿Acaso eres casada? ¿O sólo querías estar conmigo un momento y nada más? Cualquier cosa que me hubieras dicho, inclusive una mentira, lo hubiera aceptado y me hubiese conformado… Pero no tu silencio, por dios… Te amo Liola. Te amo”

“Y yo a ti… mas de lo que te imaginas… Pero es muy difícil explicártelo…” me dijo bajando la cabeza como queriendo ocultarme sus ojos, y en ellos, un secreto.

“Pero no he regresado a reclamar ni a exigirte nada… -le dije con sinceridad, y con dolor añadí-… sólo vine por una explicación, si era posible, sin saber realmente si te encontraría… y también a decirte adiós”

Liola no lloró mi estaba triste por mis palabras, aunque me resultaba incomprensible su actitud y con sus declaraciones de amor. Me había dicho me amaba más de lo que yo podía imaginar, sin embargo, al decirle que me iba para no verla nunca más se mostraba casi indiferente, sino radiante de alegría. Sí, realmente no la comprendía, y estuve a punto de arruinar nuestra despedida marchándome abruptamente.

Ella comprendió el dolor que me causaba y levantando su rostro me dijo “Te lo explicaré amor mío… Mereces saber la verdad… Tienes que saberlo antes de marcharte para que nunca dudes de mi amor”

“Bueno Liola… Dímelo” y me dispuse a escuchar una excusa.

“Pero no puede ser aquí, debemos ir a un lugar, y allí entenderás la sinceridad de mis palabras” me dijo con suavidad a la vez que tomaba mis manos, y comprendí que había adivinado el menosprecio de mi pensamiento, quizás por el tono de mis palabras.

Salimos y subimos a mi auto, entonces me dijo “¿Recuerdas dónde me viste por primera vez?”

“Si, en la playa, cerca de aquí, a las afueras de Carmél”

“Bien, entonces vamos allá”

Manejé despacio, no tenía ningún apuro, el lugar estaba cerca y en quince minutos ya estábamos allí. Me estacioné en la playa, alejado de la carretera, apagué el motor y las luces del auto, y la miré como quien espera su respuesta. Mi actitud era un tanto fría, cruelmente fría, después de la pasión y el desengaño sentido.

Liola se dio perfectamente cuenta de mi estado emocional, entonces tomó mi mano y me sonrió. “Dios mío su rostro es sincero” me dije y acepté la caricia de sus manos.

Bajamos del auto, me recosté en el guardafango y ella se posó sobre mí. Su cuerpo, su calor y la proximidad de sus labios disiparon mi mal humor. Nos besamos, y nuestras lenguas volvieron a acariciarse con ardor. Acaricié su cuerpo, desde su nuca hasta su torneado trasero, mientras ella vibraba. Luego vino la calma, y recostada sobre mi pecho me dijo.

“Todo, absolutamente todo lo que te dije ayer fue cierto, sé que algunas cosa eran incoherentes para ti, y tu silencio me ayudó, pero esta noches lo comprenderás todo. Además, quiero que sepas que hice el amor contigo de una manera verdadera, me entregué a ti sin reservas ni condiciones… de manera única y exclusiva porque no hay nadie mas en mi vida… y no tienes porqué dudar de mi amor”

Liola volvió a besarme y sentí en mis labios su sinceridad.

“Tu no me crees cuando te digo que te he amado desde siempre… -me dijo mirándome a los ojos, y añadió-… sin embargo dices creer que existen otras vidas… en un tiempo pasado…”

Yo la miré sorprendido porque lo que me decía no era simple retórica ni poesía, ya que lo que creía lo había guardado siempre conmigo, sin comentarlo con nadie.

“Existen otras vidas… Y en una de ellas te amé hasta la locura, pero una tragedia nos separó…-me confesó mirándome a los ojos, y con su imperturbable mirada siguió-… Como bien sabes nunca he dicho tu nombre, porque es absurdo decirlo si conocemos nuestras almas…”

Yo estaba absorto escuchando sus palabras mientras la tenía abrazada a mi cuerpo. Ella no era un espíritu, ni un espectro, sino una dulce criatura que juraba amarme.

“Hace muchos años, antes que nacieras, estuvimos aquí en Carmél en nuestra Luna de Miel… fueron días y noche de amor y pasión inolvidables y me amaste de tal manera que marcaste mi alma para la eternidad…”

Liola me abrazó fuertemente como queriendo hacerme recordar con su cuerpo lo que decían sus palabras. Entonces, tuve la extraña sensación de que su voz no llegaba a mis oídos sino directamente a mi alma. Y me sentí triste y culpable de haber dudado de ella, entonces mis ojos se llenaron de lágrimas.

“¿Recuerdas lo de anoche?”

“Sí” le respondí.

“Lo de anoche fue un hermoso ritual que repetí del recuerdo de nuestro ultimo acto de amor que tuvimos antes de la tragedia… Y así, gracias a ti… Quedé liberada.”

Yo lloraba en silencio ante el relato de Liola porque ahora comprendía el porqué de los detalles que ella se afanó en seguir. En realidad, podía sentir su alma acariciando la mía más allá de sus palabras.

“Me liberaste con tu amor y entrega sincera, y con la felicidad que me diste. No sólo fue el sexo sino que a través de esa unión tan intima rescataste mi alma de las tinieblas del limbo del dolor, y me liberaste de este maldito lugar… ¿Recuerdas la canción que cantamos?”

“Sí” le dije entre sollozos.

“Alégrate… No llores… -me rogó dulcemente, y añadió-… Esa es nuestra canción… De principio a fin, cada palabra, cada frase… Escúchala y recuérdame cada vez que lo hagas”.

Yo enjugué mis lágrimas, y sentí en mi alma que ella se iba a ir pronto. Entonces la besé con misma ternura como cuando se despide al ser amado en un viaje eterno, y mis lágrimas volvieron a inundar mi rostro, y mi llanto amenazó mí respiración.

“No llores mi amor… -me rogó-… Vuelvo a ser feliz, y así te parezca contradictorio estaré a tu lado para siempre… Abrázame fuerte y acompáñame”

Yo la abracé, y caminamos con dirección al mar. En el trayecto me contó “Aquí vinimos una noche como hoy, hace ya muchos años, tú te quedaste en la playa y yo entré a nadar… pero jamás salí. Tú te volviste loco, te lanzaste al mar, me buscaste y estuviste a punto de ahogarte, pero el mar te arrojó inconciente… y tu vida continuó… Pero yo me quedé atrapada y deambulando por estas playas hasta que volviste a llegar aquí… El resto ya sabes… ¿Ahora me comprendes?”

“Sí, si Liola… Siii!!!” y no pude reprimir más mis lagrimas, y temblé llorando como un niño desconsolado.

Liola me miró y la luna iluminó su rostro. Ella estaba serena, hermosa como una diosa, con una tenue sonrisa en los labios. Yo sabía que ella estaba a punto de partir, a punto de dejarme, y yo ya no podía controlar más mis emociones.

Volvió a besarme, y a través de sus labios acarició mi espíritu trasmitiéndome serenidad. Mis lagrimas cesaron, mi respiración se calmó y pude ser conciente de lo que venía.

“Compréndeme… -me dijo con voz celestial-… La vida nunca termina y sólo morimos para renacer en un infinito de posibilidades que el universo nos ofrece… Y yo… Yo siempre estaré a tu lado… Ya lo veras”

Estábamos en la orilla de la playa, justo en donde la vi pasar a mi lado la tarde de ayer. Yo ya me había calmado completamente, aunque abrazaba a Liola y no estaba dispuesto a dejarla ir.

“Siempre estaré a tu lado… -volvió a decirme, y añadió para explicarme-… Siempre lo he estado aunque no recuerdas tus sueños, y estás tan ocupado que no me ves… Y si aun lo dudas, ¿Quién crees que te trajo hasta aquí?” y empezó a susurrar lo que ella llamaba nuestra canción.

“A las puertas del cielo, al confín de los mares
cuantas veces en mi sueños te he llevado junto a mi
he sentido tu mano como suave caricia
y en el eco de tu risa una nueva primavera…”

No, no la iba a dejar ir por más promesas que me hiciera, pero ella se escurrió a través de mis brazos. La vi frente a mí, desnuda, sonriendo, prometiéndome.

 ”A las puertas del cielo, al confín de los mares
cuantas veces en mi sueños te he llevado junto a mí
te he llevado junto a mí
junto a mí….”

Liola entró al agua y, caminando sobre las olas, con los brazos extendidos como para alcanzar la luna se fue cantando “A las puertas del cielo… al confín de los mares…” y la melodía siguió sonando en mi alma mucho después que despareció de mi vista.

Pasé un largo rato allí, arrodillado en la arena, con los brazos abiertos, en la más completa oscuridad de la soledad, meditando en algo que no alcanzaba a comprender. Y de pronto, mirando al cielo, vi cruzar una estrella fugas el oscuro firmamento. Entonces sucedió un milagro, no sé si en el universo o en mi espíritu porque vi explotar una estrella nova, ante mis ojos, en millones de fragmentos luminosos que dibujaron el rostro de Liola, sonriéndome, mientras me cantaba “A las puertas de cielo… cuantas veces te he llevado junto a mí…” y llegué a ver por un brevísimo instante la maravilla multicolor del cielo, y un haz de luz llegando a mí.

Claro que es imposible comprender lo que sólo esta reservado para quienes dejan este mundo, esta realidad, de la que había sido un testigo de excepción, y sin comprenderlo sólo lo acepté como tal, y así regresé a mi auto, en donde pasé el resto de la noche, como quien vela al ser querido.

Al día siguiente no quise marcharme de Carmél, así que volví a recorrer los lugares en que había estado con mi amada. Mi tristeza había desaparecido, ahora me invadía una extraña alegría que colmaba mi espíritu.

Salí en la tarde de Carmél, sintiendo como si me despidiera del recuerdo de Liola.

El viento contra mi rostro me refrescó los pensamientos, pensé en mi casa, en mi esposa y mis hijos, entonces llamé y anuncié mi llegada para la medianoche.

“Cuídate mi amor, maneja con cuidado” Me dijo mi esposa.

El trayecto de regreso ya no fue tan espectacular como la primera vez, aunque pude apreciar un maravilloso ocaso al borde de la carretera y el mar.

Llegué a casa después de la media noche. No guardé el Mustang en la cochera para evitar el odioso ruido que hace la puerta eléctrica del garaje al abrir y cerrar. Y silenciosamente entré a casa, todos dormían.

Entré a mi recamara, y vi que una muy tenue lámpara estaba encendida en la mesa de noche y la silueta de mi mujer en la cama cubierta por las sabanas.

“Me estuvo esperando… pero el sueño la venció” me dije, y evitando hacer ruidos fui al baño a darme una ducha tibia.

La suave caricia del agua refrescó, no sólo mi cuerpo sino también mi espíritu. Pero de pronto escuché la voz de mi esposa que me decía, entrando al baño, “Tardaste mi amor…”.

Yo no podía verla nítidamente, ni ella a mí, debido a que el vapor había empañado las trasparentes paredes de la ducha. Escuché que ella hacia algo en el botiquín y el lavadero, y el aroma de un perfume me alcanzó, entonces sonreí adivinando sus intenciones.

“Te tengo una sorpresa cariño…” me dijo musicalmente y la vi acercarse a través del empañado cristal.

Ella corrió la puerta de la ducha diciéndome alegremente “Me corté el cabello… Ojala te guste”.

Lo que vi dio un vuelco a mi espíritu porque era Liola la que estaba allí, frente a mí. Sus ojos, sus cejas, sus labios y el pequeño lunar cercano, su cabello, desnuda y sonriente, con una mano en su cadera y la otra en lo alto, posando.

No sé que expresión de sorpresa se dibujó mi rostro porque mi mujer me dijo “Hey, payaso, no exageres” y dándome un palmazo en el hombro entró a la ducha, cerrando la puerta tras de si.

Sin dejar de reír y hablar al mismo tiempo, como siempre lo hacia, me dijo que me había extrañado, mientras que con sus manos terminaba de enjuagar mi cuerpo. Entonces, se puso frente a mí, me dio un apasionado beso francés, y sin más aviso se arrodilló, no para venerarme exactamente, sino para llevarme a las puertas del cielo, al confín de los mares.

Dios mío, que estúpidos somos los maridos… Que ciegos somos los hombres para no ver la felicidad a nuestro lado.

Mas tarde, poco antes de dormir, en la intimidad de nuestra cama mi esposa me contó con lujo de detalles el sueño que había tenido la noche anterior “Por eso me corté el cabello, cariño” me dijo con gracia, acurrucada a mí.

Sí, la misma historia que ya les conté.

“Buenas noches Anna”. Le dije. 

“Buenas noches Michaelangelo”. Me respondió… ¿Liola?

“Buenas noches amigos” les digo a Uds.

 El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

  PURO CUENTO

 

            

 

LOS EXTRATERRESTRES Y SUS OVNIs

La palabra “OVNI”  es una sigla que significa Objeto Volador No Identificado, y cuyo par en el idioma ingles es “UFO” la que corresponde a Unidentified Flying Object.  Ambas de reciente creación en el siglo XX debido a los continuos avistamientos de luces u objetos luminosos no identificados en el cielo, las que describían trayectorias inverosímiles comparadas con los aparatos voladores que nuestra tecnología a creado.

Hasta la actualidad se han reportado cientos de miles de casos de avistamientos de OVNIs, de los cuales casi el 99% de ellos ha resultado finalmente siendo un fraude, o una mera ilusión óptica.

Pero allí quedan, imbatibles, ese pequeño porcentaje del 1% de fenómenos inexplicables, pero verdaderos. Diálogos en vivo y en directo, de diversas fuentes, en simultáneo, de un mismo evento de avistamientos hacen de esos fenómenos hechos reales de OVNIs. Informes orales de pilotos profesionales de la aviación civil, comercial y militares, han quedado gravadas en las cajas negras de los aviones y en las torres de control aéreo, haciendo que se confirmen la probabilidad matemática de la existencia de extraterrestres, y más aun, su visita. Y luego, cuando las autoridades enfrentan los hechos, sus excusas para negar los hechos son tan ridículas como los fraudulentos avistamientos.

Quien escribe este artículo siente una entrañable atracción por el tema, así como también con lo relacionado a los fenómenos paranormales.

Sin embargo, ésta atracción no nubla ni contamina mi opinión, ni me convierte en un ser proclive a creer historias inverosímiles que no tienen ningún sentido lógico, las que se derrumban ante un sencillo análisis, usando simplemente el sentido común. Además, que como un ser común y corriente, en su sano juicio, sabe diferenciar entre la ficción y lo real, entre la farsa y lo inusualmente asombroso, y deja, como corresponde, un espacio a la duda. Lo que me ubica en el campo del escepticismo.

Se ha dicho y escrito mucho acerca de este tema. Se han presentado videos y testigos que juran haber visto y contactado a seres extraterrestres. Otros han sido abductados (de la palabra abducción-ufología, que podría interpretarse como secuestrado), estudiados y luego devueltos a este mundo cruel. Otros han ido más lejos, y afirman que ya han iniciado toda una relación con ellos, y han creando cultos y asociaciones, enviando boletines con los mensajes de los alienígenas. Todo esto puede ser muy bien catalogado como una colección de cuentos, sino puras mentiras, creadas con la malsana y morbosa idea de engañar y ser parte de ese engaño. A esto se suman algunos escritores de ciencia ficción que inescrupulosamente afirman como verdaderas las historias que predeterminadamente crean.

Aun así, en medio de toda esa desinformación de fabulas y mentiras, existen casos verdaderos de avistamientos que nos asombra y nos llama a la reflexión y a la búsqueda de la verdad. Y en este rincón quedan sólo algunos investigadores, UFOlogos serios, que tratan el tema con el verdadero espíritu de conocer la verdad, descartando los fraudes y mentiras colectivas de los otros casos, y a quienes las instituciones estatales les ponen toda clase de barreras, obstaculizando su trabajo de investigación.

A estas alturas del siglo XXI ya no podemos sólo “ver para creer” acerca de los OVNIs, sino, como siempre, debemos usar nuestros conocimientos, la lógica y el sentido común para analizar estos fenómenos, y no ser presa fácil de la prensa amarilla y de “investigadores” inescrupulosos que lucran con sus historias ficticias,  además del sensacionalismo, en un tema que mueve un mercado de millones de dólares al año, sólo en lo que son las publicaciones, surveniers y el turismo a ciudades benditas por la ‘visita de los alienígenas’ y sus naves espaciales.

Realmente el tema de los extraterrestres y sus platillos voladores, está muy manoseado y viciado con historias falsas, pero eso no daña nuestro espíritu por encontrar respuestas, respuesta verdaderas basadas en la confrontación con la realidad y no en episodios anecdóticos. Entonces, de allí surge nuestra primera gran pregunta.

 

 

¿EXISTEN LOS SERES EXTRATERRESTRES?

La respuesta es muy simple: Claro que sí. Por supuesto que existen. Absolutamente cierto. Es mi opinión basada en el simple cálculo de probabilidades en un campo infinito como la ciencia afirma acerca del Universo. Y quizás, nosotros mismos somos los descendientes de ellos. Me explico.

De la misma manera como la vida se hizo posible en nuestro sistema solar, al encontrar al planeta tierra con las condiciones mínimas necesarias y especificas para que la vida se desarrolle, sucedió el salto cualitativo del conglomerado químico y energético y apareció el primer ser vivo: La célula. Aquel ser de casi 500 genes y con un código de ADN, que superaba a los virus y bacterias existentes. Aquel ser mínimo pero grandioso, que poseía un núcleo y podía auto copiarse y dividirse, e interactuar con su medio ambiente y con la extraordinaria capacidad de cambiar con tal de sobrevivir. Célula que fue y es capaz de acumular y procesar información para agruparse y formar otros seres vivos mas complejos.

Y de la misma manera como se dio en la tierra, pudo haberse generado en cualquier otro lugar del universo o de nuestro sistema, con aquellas mínimas condiciones, y haber llegado a la tierra en un cometa o meteorito que colisionara con la nuestra. Posibilidades, simples y meras posibilidades de un hecho real y concreto: nuestra existencia en la Tierra.

Nuestra galaxia, La Vía Láctea, contiene a millones de millones de estrellas, diferentes y parecidas a la nuestra: El Sol.

El universo, hasta donde se conoce, contiene a millones de millones de galaxias, diferentes y parecida a la Vía Láctea. En donde existen millones de sistemas solares idénticos al nuestro.

Entonces no sería una fantasía o utópico pensar que existen otros seres vivos, parecidos o diferentes, pero inteligentes, más o menos, como nosotros en algún lugar muy lejano de nuestro sistema solar.

Pero… ¿Qué tan lejos?

Bien, a decir verdad, pensar en el tamaño del Cosmos me produce jaqueca. Les diré el porqué.

Se calcula que el Big Bang, o la Gran Explosión, que dio origen al Cosmos como lo conocemos ahora fue aproximadamente hace 15 mil millones de años. Calculo basado en el estudio hecho a las estrellas, su brillo y la constante separación de estas. Lo que ha dado origen a una unidad de medida: El Año Luz. Por favor, no me pregunten que hubo ante del Big Bang, porque me produce otra jaqueca. Ahorremos neuronas cerebrales para los cálculos que tendremos que hacer en unos segundos.

Bien, entonces el Big Bang expandió a los elementos que hoy forman lo que vemos en el firmamento con nuestros ojos y con ayuda de los telescopios, y en los que estamos parados, sentados o echados, en estos momentos. Hasta hoy, y por muchos millones de años mas, nuestro sistema solar se ira alejado mas y mas de un relativo epicentro de la explosión. Los científicos afirman que el universo visible (a nuestra tecnología) tiene una dimensión de 46 mil millones de años luz.  Siendo muchísimo mayor lo que aun no podemos observar. Es decir, las estrellas mas extremas en el imaginario diámetro del cosmos están a la distancia de 46 mil millones de años luz.

Y si la velocidad de la luz es de 300 mil Km. por segundo, imagínense lo que recorre en un año (Año Luz), y luego en 15 mil millones de estos (desde que ocurrió la gran explosión)… El resultado de ese cálculo es monstruoso: aproximadamente 56… seguido de 12 ceros en kilómetros. Les doy un ejemplo muy grafico:

El Sol está a 150 millones de Km. de la tierra, y el primer rayo solar (es un decir) demora 8 minutos en llegar a ésta. Entonces, Si tuviéramos una nave capaz de volar a esa velocidad (es otro decir) podríamos salir de nuestro sistema solar en sólo varias horas. Muy veloz ¿no?.  No, realmente no. Nuestra Vía Láctea tiene un diámetro de 100 mil años luz, que con nuestra nave espacial imaginaria nos sería absolutamente imposible cruzarla, y eso que sólo estamos hablando de nuestro vecindario en donde está nuestra “casa cósmica”. Cálculos y números que nos llaman a la pereza mental, pero que sin ellos seríamos presa fácil de los ‘vendedores de aceite de culebra’ sideral. Y claro está, los cuentos inventados por los ufólogos son más interesantes.

Bien, entonces después de haber uniformizado nuestros mínimos y necesarios conocimientos acerca del universo y la tierra podremos especular acerca de las posibilidades que abren los avistamientos de OVNIs, de los reales, de aquellos que no han podido ser objetados por nadie, ni ciencia, ni científicos. Y lo haremos siempre desde el campo del escepticismo.

Si los OVNIs son reales, entonces surgen varias preguntas:

1.- ¿Quienes son?

2.- ¿De dónde vienen?

3.- ¿Qué buscan, qué quieren?

4.- ¿Se ha contactado ya con nosotros?

Por supuesto que al querer responder a estas preguntas corremos el riesgo de caer inmediatamente en el terreno de la ficción, y como ese es un terreno vedado para quienes buscan la verdad nos mantendremos alejado de toda teoría exótica, si es que realmente queremos analizar el tema con seriedad. Así, luego de aceptar que los extraterrestres existen, la pregunta surge espontáneamente.

¿QUIENES SON?

Los extraterrestres, tripulantes de los OVNIs o residentes de un planeta de cualquier lugar del universo, los ET en una palabra, tienen que ser seres muy semejantes a nosotros… ¿Por qué? Porque todo el universo está formado de los mismos elementos, los mismo que forman a los seres vivos. Por supuesto que su aspecto físico diferirá del nuestro, en la medida de, que tan diferente sean las condiciones en donde se desarrollaron y lo hayan moldeado en su evolución. Sí, evolución, porque nada en el cosmos escapa a las leyes naturales que las rigen. Y para no elucubrar mas allá de la realidad veamos nuestro caso como uno más del universo.

La Célula primaria, en la Tierra, dio paso a todo un universo de seres que se adaptaron a las condiciones reinantes de ésta, y que luego tuvieron que cambiar a la medida que ésta cambiaba. En la tierra han existido millones de especies que han desaparecido de manera definitiva, y otros millones que dieron origen otras con tal de sobrevivir. El ejemplo clásico de los dinosaurios nos viene a la mente inmediatamente, y si la mayor parte de estos murieron por los efectos de la terrible colisión y la catástrofe ecológica provocada por el choque de uno o más asteroides con la tierra, otros sobrevivieron y cambiaron.

Hoy tenemos a millones de especies que nos acompañan en la tierra, muchas de ellas ni siquiera las conocemos, y peor aun estamos aniquilando a millones de estas con el daño que hacemos a nuestro ecosistema. Pero de las millones de especies que si conocemos en nuestra flora y fauna podemos ver como nuestras propias condiciones de temperatura, presión y composición del aire, por decir lo más obvio, nos muestra el abanico de posibilidades formado de una sola, o paquete, de células originales. Tenemos a millones de especies que viven y respiran en el agua, a millones que vuelan y respiran el aire de la atmósfera, y además a millones que viven pegados a la tierra como nosotros, salvo esporádicos saltos de pulga que damos en aparatos llamados aviones o cohetes, y otros. Y así podríamos seguir. Los tenemos de sin pies a cien pies, de sin ojos a mil ojos, de los que nacen vivos o en huevos, de los que viven sólo minutos a los que pasan los cien años. De los que copulan para reproducirse o los que se auto reproducen, de los sin huesos a los con huesos. Y aun así, existen millones que hacen de estas condiciones simplemente ambiguas en su existencia. Pero todas ellas, las especies, estamos íntimamente ligados por nuestro origen celular, y compartimos nuestra identidad: el ADN; El que nos identifica como seres de este planeta y no de otro… pero del este único universo. Sí, los extraterrestres existen, y son como nosotros en nuestra inmensa variedad en la que nos tocó evolucionar.

¿DE DÓNDE VIENEN?

Si afirmamos que los extraterrestres ya nos han visitado, suponemos que tienen que vivir en algún lugar del universo, y provenir de ese lugar, planeta, galaxia, como sea, colosalmente lejos.

En la actualidad existen programas científicos de observadores del cosmos, SETI es un de ellos (creado por el gran Carl Sagan) cuya sigla viene del inglés "Search for ExtraTerrestrial Inteligence", que analizan lo poco que podemos ver u oír con la tecnología que contamos, escudriñando a diario las estrellas. Los telescopios están muy limitados, incluido el Hubble, pero no excluido para dicha tarea. Los observadores han escaneado parcialmente nuestro cielo en búsqueda de una señal de Radio ya que no hay forma de llegar a tan remotos lugares de otra manera. Ellos buscan un conjunto de sonidos que formen un sistema o patrón que demuestre la procedencia de una fuente inteligente. Pero hasta el día de hoy, lamentablemente, no han logrado nada. De otro lado, la actitud de ellos no ha sido pasiva, ya que se han estado enviando señales en espera de una respuesta que originen un contacto. Como sea, todos estos intentos de contactar a los extraterrestres han abarcado un radio acción de 80 años luz con resultados totalmente negativos. Lo que nos llama a concluir que dentro de esa distancia, 80 Años Luz a la redonda, no hay vida inteligente capaz de crear un aparato de radio que emita señales electromagnéticas en sus comunicaciones, menos aun de construir naves espaciales para visitarnos, llámense OVNIs, que viaje en segundos lo que tarda la luz en mil años, para ser recién ser vistos aquí en la tierra por mentes afiebradas.

Así podremos concluir que si los extraterrestres vienen a visitarnos, tiene que ser desde estrellas o galaxias mucho más lejos de los 80 años luz… y que han tenido la decidía de no querer saludarnos, ocultado sus señales de radio… Pero, a pesar de esa lamentable realidad y de nuestro escepticismo, aun late la posibilidad. Y esta esperanza a su vez nos lleva a la conclusión de que ellos cuentan con una tecnología avanzadísima que, lógicamente, refleja el nivel de inteligencia al que han llegado.

Veamos ahora cuales son los problemas que ellos han tenido que superar para visitarnos y, a la vez, jugar a las escondidas.

Habíamos afirmado que los ETs eran individuos muy similares a nosotros, seres de la tierra en su inmensa variedad, que desarrollaron su cerebro y un extraordinario nivel de conciencia capaz de crear tal tecnología que les permita vencer una serie de leyes del universo. ¿De acuerdo? Lo contrario, es hacer fabulas de ficción, que no es nuestra intención.

Volvamos a nosotros, volvamos a la tierra. Aquí todos los seres del planeta están sujetos a las leyes de la naturaleza que nos han formado. Únicamente el hombre por su desarrollo cerebral y de inteligencia es capaz de maniobrar y vencer con muchas limitaciones algunas condiciones naturales. Pero ahora hablemos de los problemas, por ejemplo, dos muy importantes:

1.- La acción de la gravedad en nuestra vida.

2.- Nuestras condiciones vitales y el medio ambiente.

Los estudios más avanzados y radicales acerca de nuestro cuerpo y la vida fuera de la tierra han llevado a los científicos a estrellarse ante muros que hasta hoy son absolutamente insalvables. Por ejemplo, la velocidad. Está demostrado que nuestro cuerpo no tolerá, al limite de morir debido a la aceleración para conseguirla, velocidades mayores a las de 12 Mach, es decir 12 veces la velocidad del sonido, que expresados en términos de la aceleración sería el equivalente a 10G’s (diez veces la acción de la gravedad de la tierra) debido al empuje que tendría que soportar para llegar a esa velocidad. Y como ejemplo ilustrativo les diré que si pesan 80kgs, en condiciones normales, entonces la acción de 10G’s los transformaría a 800kgs. que es casi lo que soporta un astronauta al salir al cosmos o los pilotos de prueba.

La velocidad del sonido en el aire es de 340 m/seg. y la de la luz de 300,000 Km./seg. Descomunal diferencia, ¿no? Entonces, volar a 12 Mach, ó 10G’s de aceleración, para un piloto debidamente protegido con lo último de la tecnología aerodinámica, sería como una tortuga corriendo en cámara lenta en el espacio, y con el peligro de morir si aumenta su velocidad. Así, la idea de llegar al planeta Marte dentro de unos años, es un proyecto de la NASA, tomará casi dos años de la vida de los astronautas en sólo ir y venir del planeta rojo, aun cuando quedan aun otros problemas biológicos por resolver.

Además, hay que agregar el problema de la vida prolongada en estado de ingravidez. La masa muscular, la estructura ósea, entre otros elementos del humano, se deterioran terriblemente cuando estamos fuera del campo gravitacional ya que muchas funciones biológicas se interrumpen.

Podemos seguir enumerando nuestros problemas terrenales para un viaje espacial que, por mas grande que sean, suponemos que los extraterrestres que nos visitan ya han superado.

Entonces, tendremos que remarcar que si los ETs vienen de distancias mayores a los 80 Años Luz tendrán que hacerlo en viajes que sólo tarden minutos, días o a lo mucho unos meses, a una velocidad mucho mayor que la de la luz, por decir lo menos, sin producir ninguna alteración al medio por donde viajan para no ser detectados por ninguno de nuestros rudimentarios aparatos y sensores que los están buscando durante años por un amistoso encuentro. Viaje de extraterrestres que realmente dudo que sean de esa manera. ¿Pero, de donde viene mi escepticismo?

Debemos de saber que la velocidad de la luz no sólo es la rapidez con que viaja ésta, sino además implica todo un cambio en el objeto que viaja a dicha velocidad. En el campo de la teoría, los científicos actuales y del siglo XX pasado, afirman que la masa cambia y el plano espacio-tiempo se curva. El objeto volador pasaría a un estado dual, como la luz, de materia-energía, y que, como partícula cósmica, la Ley de la Incertidumbre lo pondría en un estado de “Ser y No Ser”, en algún lugar indefinido del universo. A esa velocidad, nosotros, simplemente no existiríamos. ¿Y de allí viene mi escepticismo? No, porque eso sólo nos involucra a nosotros y a nuestro nivel tecnológico.

Más bien, mi escepticismo me hace pensar y abrir dos posibilidades acerca de los ETs, pero antes tengo que suponer que para los viajes espaciales, serios y no de ciencia ficción, viajar a la velocidad de la luz es como ir en bicicleta al planeta Marte. Sí, la velocidad de la luz es una velocidad ridícula para tan grandes viajes. Ahora si, las posibilidades son:

1.- Que los ETs están más allá, pero muy cerca, del límite de los 80 Años Luz, y que con la tecnología que poseen no han querido comunicarse con nosotros, bloqueando todos los radares que denuncien su presencia, sin embargo aquí en la tierra ya los hemos ‘ampayado’ (verlos desprevenidos) sus visitas con ‘fotos’ y ‘videos’. Sin embargo su fabulosa tecnología de naves espaciales que pudo permitirles visitarnos hace mas de tres mil años, hoy es ya obsoleto y están en un incipiente progreso de la Teletransportación y los viajes a través de los agujeros negros.  Teletransportación, medio de transporte de un extremo del universo a otro en segundos, tecnología en la cual nosotros también ya nos hemos iniciado dando nuestro primer paso, en la investigación y prácticas en el laboratorio, en una escalera de un millón de peldaños.

2.- Que los ETs están al otro lado del Cosmos, poseen la tecnología para viajar por el cosmos en pocos segundo, dominando la distorsión del espacio y el tiempo, y la teletransportación a través de los ‘agujeros negros’ y ‘agujeros de gusanos’, dominando todas las leyes del universo, pero que no les sale de los cojones el comunicarse con nosotros. Entonces…

¿QUÉ BUSCAN, QUE QUIEREN?

Los viajes espaciales, como cualquier otro, tiene que tener sus motivos. Marco Polo no fue al Asia sólo a buscar chinitas y vestirse de seda, ni Cristóbal Colón vino a América a vivir la vida loca con nuestras amazonas calatas y la Coca. No, los exploradores de esos tiempos tenían objetivos claros, en medio de sueños y fantasías, de lo que buscaban, y sino ellos, los que financiaban sus viajes. Además, algo muy importante, sus aventuras exploratorias reflejaban el modo de pensar de esos tiempos. El racismo, la autoridad divina, el derecho a la conquista eran algunas de las incuestionables premisas del pensamiento colonialista en los nobles y la iglesia que gobernaban, seguidos fielmente por los acólitos de las clases menores. 

Los extraterrestres son los exploradores cósmicos de nuestros tiempos, y preguntarnos ¿Qué buscan y que quieren? No es una ficción, menos aun debe ser nuestra respuesta.

Habíamos afirmado, en un principio, que los ETs eran como nosotros, de la misma universalidad de formas desde donde hemos evolucionado. Bien, ahora, sin importarnos su apariencia física, continuemos con nuestra lógica suposición y demos por seguro de que sus cuerpos tienen un sistema nervioso y, el la cúspide de este, un cerebro que les ha permitido evolucionar en el pensamiento hasta llegar a construir la tecnología que poseen. Esto lo creo incuestionable, sino, dejo de escribir y me voy a ver la serie de “Alien, el 8vo pasajero” por enésima vez. Entonces, los ETs poseen órganos que les permite absorber la energía que luego utilizan, como nosotros con los alimentos, y además, órganos de percepción del mundo exterior que les permita interactuar con él, efectivamente, tal como nosotros. Y así, poseer un centro de control y procesamiento de toda la información recibida, que además sea capaz de originar ideas y soluciones a los problemas encontrados, es decir: Un Cerebro.

Pero, si viajan por el universo como nosotros por el mundo, entonces concluiremos que su tecnología demostraría el grado de conciencia al que han llegado.

Sería totalmente absurdo afirmar que vienen en plan de conquista, robo o/y de exterminio de nuestra especie y recursos naturales, como lo hicieron los nuestros al colonizar África y ‘descubrir’ América. Asumo que, habiendo superado todos los problemas que implica los viajes cósmicos y alcanzado un gran avance tecnológico, es su desarrollo han tenido que lidiar con problemas similares por los que hemos trascurrido en nuestra historia y de los que aun no solucionamos.

Desde esa perspectiva creo que las visitas de los ETs, de estar produciéndose, es la de observación. Y creo que deben estar horrorizados con lo que ven al punto de no contactarse con nosotros, como cuando los exploradores y camarógrafos de National Geographic filman el ataque de una fiera a una pobre gacela sin intervenir en el curso natural del depredador y su presa; con la diferencia que en nuestro caso, en la especie humana, existe un grupo de personas que tienen la avaricia de querer apoderarse de todos los recursos naturales sin importarles la vida de sus semejante. Los mismos que originan guerras para invadir y aniquilar poblaciones enteras. De aquellos que crean armas de destrucción masiva al extremo de poner en riesgo la existencia de su propia especie y habita. De aquellos que en su avaricia industrial destruyen el único ecosistema que le permite la vida. Los mismos que controlan el mundo… Sí señores, sólo nos observan, no tiene otra opción. Pero, queda una última pregunta:

 

¿SE HAN CONTACTADO YA CON NOSOTROS?

Si resulta verdadero todo lo que hasta aquí suponemos, usando la lógica de nuestro pensamiento, entonces tenemos que afirmar que sí lo han hecho, de manera muy limitada pero lo han hecho. Existen casos de contactos y aducciones, como los avistamientos, que han pasado la prueba de ser alucinaciones, farsas o ser puras mentiras. Pruebas hipnóticas y con sustancias químicas para hurgar la mente de algunos testigos han demostrado que sus experiencias con los ETs han sido verdaderas. ¿Pero porqué no un contacto con los lideres de nuestras naciones o con el presidente de la mayor potencia del mundo, los EE.UU.?

Seré sincero. Si yo fuera, siempre en el terreno de la suposición y del escepticismo, un alienígena y viera los horrores de las guerras mundiales, el holocausto judío perpetrado por Hitler, la destrucción de las ciudades japonesas, Hiroshima y Nagasaki, por las bombas atómicas lanzadas por los EE.UU. y las continuas guerras en las que está nación está como protagonista en nombre de Dios, la libertad y la democracia, hasta la actual crisis en el Medio Este… Entonces, me subiría a mi OVNI y no regresaría en mil años luz… Talvez ellos ya lo hicieron hace dos mil años y vieron a Jesús morir en la cruz y se fueron… hasta estos días.

Nuestro mundo tiene demasiados problemas, y nuestra raza, la humana, aun no se libera de las lacras en su pensamiento que hacen mísera la vida de nuestros semejantes. Los extraterrestres existen, pero aun nosotros somos muy primitivos. Lo mejor de nosotros está en el Arte que hemos logrado desarrollar y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos firmado por los pueblos del mundo… Pero aun está allí, estorbando, aquel poder que controla el mundo y nos lleva a la autodestrucción.

Cuando solucionemos nuestros problemas entonces estaremos listos para estirar nuestro brazo y estrechar la mano de nuestros hermanos extraterrestres, y ellos, a recibir el saludo de buena voluntad.

Ver video alusivo:

El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

  PURO CUENTO

             

 

 

“Hotel California” Adiós a “Las Águilas”/”Farewell to “The Eagles”

En estos días una renovada brisa recorre América anunciando el fin del invierno y la llegada de la primavera. Y coincidiendo con ella, el regreso del Súper hit musical "Hotel California" que se escucha en todas las estaciones de radio a lo largo y ancho del continente. Así, con los acordes de la melodía, vuelven los recuerdos de momentos  felices o tristes, como parte de toda nostalgia, confirmando que recordar es volver a vivir… Hoy inspirado por aquellos recuerdos les traigo, con sonido e imágenes, la versión original de Hotel California para que les haga mas agradable la lectura de lo que les cuento…

Llegué a este mundo en el año 1947, y diez años mas tarde tuve plena conciencia de aquel nuevo fenómeno musical que rompía barreras de idiomas, cultura y distancias. Me refiero al llamado inquietante Rock & Roll, el que había nacido recientemente evolucionando del Rhythm & Blue negro, y cuya traducción literal al español carece de total sentido, de la misma manera como su “Ritmo Musical” para quienes se negaban a ver que el mundo cambiaba, y por lo tanto a cambiar.

Y con ella crecí, transitando por generaciones desde mi niñez a mis años dorados, y la magia de su evolución hizo que cambie yo también, a la par con la tecnología, en la difusión de la información, acortando aquella demora de tres años de ese entonces a los tres segundos actual.

El angloamericano Elvis Presley, el Méjicoamericano Richy Valenz y los Afro-americanos Little Richard, Chuck Berry y The Platters me enseñaron a tener, desde niño, una visión multicultural del mundo.

Los Teen Tops, Paul Anka, Neil Sedaka y The Beatles llegaron justo cuando mi corazón se abría para experimentar aquel agobiante sentimiento de amor de adolescente. Y por primera vez descubrí que había un día especial en febrero para celebrar aquella extraña enfermedad llamada: “El Día de San Valentín” o, más conocido como, “El Día de los Enamorados”. Y como buen adolescente caí enfermo, una y muchas veces mas, siempre con la certeza que había encontrado a la mujer de mi vida… en esa fiesta… y sólo por unas efímeras semanas… Sí, eran amores eternos… hasta la siguiente fiesta. No está demás recalcar que bailaba, bailaba como un trompo de batería nuclear al que no se le acababan la energía, contorsionándome con los consabidos pasos del Rock y del Twist. Fueron años en los que no sentí el llamado del folclor ni de la música afro cubana. Todo era el Rock, rock, y me bastaba.

Hasta que llegó el hastío de ritmos y melodías que se repetían de manera monótona, sin renovarse ni tenían la frescura inicial… Entonces, recuerdo, que descubrí que había otras cosas que me preocupaban también, que acosaba y maltrataba al mundo y mi entorno… Entonces mis oídos y mente se abrieron y descubrieron convulsiones sociales. Recién comencé a comprender el porqué habían asesinado a los hermanos Kennedy, a Martín Luther King, a Gandy, a Ben Bella… al Che Guevara…  Y en medio de esto también descubrí aquella “otra” música que se desarrollaba en las calles, al margen de la radio y la industria musical. Sí. Eran tiempos de revolución en donde la música también ocupaba su lugar. Y llegó Woodstock, por una vertiente, proclamando paz y amor, y la Música Protesta Latinoamericana por otra, que para mi no tenían ninguna contradicción a pesar de los gritos que se lanzaba en contra de ellas… Y con ambas mi mente se amplió. Odié la Guerra de Vietnam y a las Dictaduras gorilas de Latinoamérica, y descubrí que quien estaba detrás de todo esa injusticia era… El mismo poder que hoy genera la guerra en el Medio Oriente… Pero esto es harina de otro costal… Volvamos a…

Fue al fines de los años 60’s, en medio de mi madures universitaria en que, por una rara intuición muy posiblemente subliminal, me intereso por el significado de la letra de las canciones de Bob Dylan, siendo yo un total analfabeto del idioma Ingles, y descubrí que lo que él hacía, desde una vertiente e idioma totalmente diferente al latinoamericano, era lo mismo que hacían Víctor Jara, Daniel Viglietti, Alfredo Zitarrosa y otros poetas de la música testimonial y de protesta latinoamericana. 

Y así, como avanzando por un tubo, me identifique con el desafinado sonidos de las guitarras y  armónicas del llamado Country-Rocks o Folk-Blues, y no tanto con la música psicodélica de Jimmy Hendrix o Rock pesado de Lepp Zeppelín.

Justo para esos años mi madre, viendo que había fracasado su intento en mi aprendizaje de la guitarra, me obsequió un radio portátil que ahora es casi imposible de conseguir, a no sea que trabajes en Nacional Geographic. Un radio FM, AM y, principalmente, con tres bandas extra de onda corta que me permitía escuchar en medio del oleaje de un universos de sonidos de burbujas algunas señales nítidas, como los discursos de Fidel directamente desde “La Habana Cuba, Primer territorio Libre de América!!!” decía la radio, y, lo que era mi pasión, las radios de California que propalaban música roquera del momento.

Fue así como conocí a muchos monstruos del Rock que jamás escuché en Lima. A principios de los 70’s Neil Young y la banda de Crosby, Still and Nash, eran conocidos sólo en grupos muy selectos de amantes del Rock que entendía el ingles, podían ir y venir a lo Estados unidos y conseguir esos discos, en tiempos en los que yo tenía un presupuesto estudiantil de S/. 5.00 soles diarios ($1.50 dólares) para mis pasajes (ida y vuelta de la casa a la Universidad) y para ir por mis alimentos a “La Muerte Lenta”, el famoso comedor de la UNI.

Así fue como, con una actitud casi conspirativa, escuchaba mi radio a la medianoche, entre mis sabanas, alumbrado por la única luz proveniente del dial, y tal vez fui el primero de mi entorno en escuchar a THE EAGLESSSSSSS!!!

Claro que, cuando supe de ellos aun no habían creado su Maga Hit: Hotel California, pero pude oír y apreciar, instantáneamente, sus primeros hits.

Pero déjenme contarles: Fue en 1971 cuando Glenn Frey, Don Henley y Randy Meisner, recorriendo en un tour con la Banda de Linda Ronstadt quisieron empezar otro grupo al que ellos finalmente llamaron las Águilas, así que, los miembros fundadores de “Las Águilas” o The Eagles fueron: Don Henley, Randy  Meisner, Glenn Frey y Bernie Leadon. Cuando les conté esto a mis amigos, estos me dijeron, burlándose de mí debido a que The Eagles no significaba nada para nadie, que por favor les traiga los nombres de quienes fundaron a Los Cóndores… Para esos meses la música sicodélica y el extraordinario Carlos Santana habían aplastado al resto del mundo del Rock con un nuevo sonido… y casi subterráneamente, en el 72, se escuchaba “Take  it easy”, “Witchy woman” y “Peaceful easy feeling”… Luego vinieron otros éxitos como “Tequila Sunrise” y “Desperado” que establecieron a Las Águilas como un buen grupo de Rock y nada mas… Pero que depuraron la identidad de su sonido, la que era una mixtura de Country Rock y el peculiar sonido californiano, y desde entonces se les conoció como la “Quintessential California Country Rock Band”, pero 2 años mas tarde, en 1976, su grabación de “Hotel California” lo confirmaría a nivel mundial convirtiéndolos en una Súper Banda, y a la canción en un icono del siglo XX con vida propia.

Para 1976 los Eagles ya no eran los mismos quienes lo habían fundado porque sobre la base de Don Henley, Randy Meisner, y Glenn Frey incorporaron a Don Felder y Joe Walsh.

Fue tal el impacto de la melodía de Hotel California en el mundo que de allí en adelante surgieron teorías esotéricas acerca de su creación y del significado de sus versos. Pero lo cierto es que sus compositores fueron Don Felder, Don Henley y Glenn Frey, personajes de carne y hueso, y no querubines divinos ni demonios.  

Y serían nada menos que los Dones del grupo los que compondrían la totalidad de la melodía de Hotel California, luego Don Hendley la letra y Glenn Frey la parte coral. Así, en medio de meses de trabajo improductivo del grupo por crear un nuevo álbum no hubo frutos hasta que se logró Hotel California sólo entonces el resto de canciones brotaron espontáneamente como de un manantial.

Se dijo mucho, en ese tiempo y por muchos años, acerca de “Hotel California”. Un rumor era que la canción era una plegaria diabólica o se había compuesto en medio de una sesión satánica, muy de moda en esos años. A este rumor se añadió, por mala o buena suerte, la carátula del álbum. En ésta se veía, sin hacer demasiado esfuerzo, la oscura silueta de una mujer en todo lo alto del oscuro edificio, que adornaba la portada, en una actitud de espía. A la que, los que creaban esos rumores, llamaron una bruja o el mismísimo diablo fisgoneando a su grupo satánico.

También se dijo, y con gran persistencia debido a la interpretación del verso de la canción, que esta había sido compuesta por un reo Méjico-americano condenado a muerte por un crimen que no podía recordar, y que en una afiebrada noche previa a su ejecución la compuso llamando metafóricamente Hotel California a la cárcel federal en donde estaba preso, “a la que podían llegar en cualquier momento pero nunca salir y en donde había suficiente habitaciones…” Claro que para llegar allí tuvo toda una vida desenfrenada “bebiendo champagne día y noche el lugares lujosos con espejos en techos y paredes”… Y como ultimo deseo, antes de su ejecución pidió, “una copa de vino a lo que su carcelero le dijo que nadie lo había hecho desde 1969”… Y en su defensa el reo repetía que solo recordaba que estuvo “bebiendo Champagne Rosado en hielo con su enamorada cuando de repente apareció una bestia que los atacó mientras ella le decía, tratando de calmarlo, ‘aquí todos somos prisioneros de nuestros propios demonios…’ y él acuchillo repetidas veces a la bestia de su ilusión sin poder matarla… y luego lo único que recordaba era que estaba corriendo, embriagado, por un corredor tratando de encontrar una salida hacia el lugar en donde estaba antes, porque ese camino ‘El Corredor’ lo llevaba a la sala de ejecuciones…” Mientras un coro le decía: “Bienvenido al Hotel California, que tan adorable lugar… Que sorpresa… trae tus coartadas…”

Pero lo cierto es que la letra de Hotel California es la representación de un viaje sicodélico, tan usual en esos tiempos, o de un sueño, el cual puede ser interpretado de muy diversas maneras. Pero lo magnifico de todo esto es aquella melodía que nos lleva a pensar y hacer la siempre eterna pregunta “Cómo es posible de grandiosa la mente humana para crear una secuencia de sonidos tan hermosos y únicos en cada época de su evolución?” Porque, si hace mucho años se crearon melodías de aquella música llamada Clásica por genios como Ludwig van Beethoven, Juan Sebastián Bach, Amadeus Mozart  y otros, que respondían a su tiempo, hoy los genios de la música de masas nos deleitan como lo hicieron The Eagles…

Y  para terminar aquí esta la letra de Hotel California:

El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

  PURO CUENTO

         Y  para terminar aquí esta la letra de Hotel California:

 

Hotel California

                                            Authors : Felder/Henley/Frey

 

On a dark desert highway, cool wind in my hair

En un oscuro camino del desierto, viento frío en mi pelo

Warm smell of colitas rising up through the air

Cálido olor de ardillas, elevándose en el aire

Up ahead in the distance I saw a shimmering light

Mas adelante, a la distancia, vi una trémula luz

My head grew heavy and my sight grew dim.

Mi mente se adormeció y mi vista se enturbió

I had to stop for the night.

Tenía que parar por la noche

There she stood in the doorway

Ella estaba allí en la puerta de entrada

I heard the mission bell

Escuché la campana de la misión,

And I was thinkin’ to myself

y pensaba para mis adentros

This could be heaven or this could be Hell

Esto puede ser el cielo o el infierno

Then she lit up a candle and she showed me the way

Entonces ella encendió una vela y me mostró el camino

There were voices down the corridor

Había voces bajo el corredor

I thought I heard them say  

Me pareció escucharles decir…

Welcome to the Hotel California

“Bienvenido al Hotel California

Such a lovely place (Such a lovely place) Such a lovely face

 Tan adorable lugar, tan adorable rostro

Plenty of room at the Hotel California

Lleno de habitaciones en el Hotel California

Any time of year (Any time of year) You can find it here

En cualquier momento del año, lo puedes encontrar aquí”

“Her mind is Tiffany-twisted

Su mente está perturbada por las alhajas

She got the Mercedes Benz

Ella tiene un Mercedes Benz

She got a lot of pretty, pretty boys she calls friends

Ella tiene muchos chicos lindos que llama amigos

How they dance in the courtyard Sweet summer sweat

Como bailaban en el patio, dulce sudor de verano

Some dance to remember Some dance to forget”  

Algunos bailes para recordar, algunos bailes para olvidar

So I called up the Captain "Please bring me my wine"

Entonces yo llamé al Capitán, Por favor, tráeme mi vino,

He said: "We haven’t had that spirit here since 1969

Él dijo: “No hemos tenido ese espíritu aquí desde 1969”

And still those voices are calling from far away

Y aún aquellas voces están llamando desde lejos

Wake you up in the middle of the night Just to hear them say

Despertándote a la media noche Solo para escucharlas decir…

Welcome to the Hotel California

“Bienvenido al Hotel California

Such a lovely place (Such a lovely place) Such a lovely face

Un lugar tan adorable, un lugar tan adorable”

They livin’ it up at the Hotel California

Ellos disfrutan la vida en el Hotel California

What a nice surprise (What a nice surprise)

Que linda sorpresa, Que linda sorpresa

Bring your alibis 

Trae tus excusas 

Mirrors on the ceiling,

Espejos en el techo,

The pink champagne on ice

el champagne rosado en hielo

And she said:

Y ella dijo:

"We are all just prisoners here

Aquí somos todos prisioneros

of our own device"

de nuestra propia invención

And in the masters chambers

Y en la recámara del Capitán 

They gathered for the feast

Se reunieron para la fiesta

They stab it with their steely knives

Ellos le apuñalaron con sus cuchillos acerados

But they just can’t kill the beast

Pero no pueden matar a la bestia

Last thing I remember

Lo último que recuerdo

I was running for the door

Es que estaba corriendo hacia la puerta

I had to find the passage back

Tenía que encontrar la salida de regreso

To the place I was before

Al lugar donde estaba antes

"Relax," said the night man,

”Cálmate”, dijo el velador,

"We are programmed to receive

Estamos preparados para recibirte

“You can check out anytime you like

“Puedes llegar cuando gustes

But you can never leave."

Pero nunca puedes irte!”

HISTORIA DE UNA TRAGEDIA ANUNCIADA

Una historia para reflexionar acerca de la educación de nuestros hijos y los límites de nuestras propias ambiciones y proyectos para con ellos.

El personaje de esta historia real es Jessica Dubroff, preciosa y precoz niña de sólo siete años de edad, de quien me enteré así…

Una mañana muy temprano en la comodidad de mi casa, en Long Beach California, recibí la revista “People” al cual estaba subscrito. Usualmente dejo el ejemplar sobre el coffee-table del living room para leerlo después. Pero esta vez no fue así.

El rostro de la niña y el titular de la carátula llamaron mi atención de una manera irresistible. No pude esperar, me senté en el sillón de la sala, puse los pies descalzos sobre el coffeetable, y busqué la noticia dentro de las páginas de la revista.

Pasaron sólo unos segundos antes de encontrar el sensacional reporte mientras por mi mente la pregunta de ¿Por qué murió esta niña? se repetía constantemente, hasta que lo leí.

Así me enteré que Jessica era la mayor de tres hermanos.
De sólo siete años de edad gozaba de su niñez en compañía de sus padres en un típico barrio de clase media, Palo Alto, a pesar de que no pagaban la renta respectiva desde hacía varios meses debido a problemas económicos.

Desde pequeña Jessica fue muy intrépida en sus juegos, y practicó casi todos los deportes de la calle como bicicleta, skateboards, rollersblade y otros. Además, tuvo una educación muy especial sin asistir a la escuela, ver la Tv. o jugar como la mayoría de los niños hacen con sus juguetes.

Aun así,  Al cumplir los seis años sus padres le obsequiaron un Pony… además de costosos aviones a escala, copia fiel de los reales. En realidad sus padres tenían un plan para ella…

Jessica había demostrado ser una niña excepcional… Era muy inteligente e intrépida para su edad, pero no por eso había perdido la típica candidez, alegría e inocencia en sus juegos. Nunca hizo planes para el futuro… Era muy niña aun… Pero sus padres sí…

Los padres de Jessica habían vivido durante años en problemas económicos, al punto que habían recurrido a la ayuda de la Seguridad Social del Estado para poder subsistir. Y peor aun, recientemente, su padre se había declarado en quiebra del pequeño negocio que tenía.

Es decir las cosas no estaban bien en la familia Dubroff desde hacía bastante tiempo. Hasta que un día vieron en la pequeña Jessica la solución de sus problemas y la manera de salir de la pobreza utilizando sus extraordinarias cualidades.

Así, a pesar de su estreches económica, se las ingeniaron para regalarle un Pony y juguetes muy caros de aviones y aeromodelismo. La pequeña Jessica estuvo muy feliz de poseer semejante mascota con la que podía, además de dar largos paseos los fines de semana, dialogar con aquel lenguaje que existe entre los niños y los animales. Por supuesto que durante los días de la semana su distracción se centró en las replicas reales de los aviones, los que entre juegos y juegos fueron germinándole en su poderosa imaginación infantil las primeras fantasías aéreas.

Es indudable que los padres tenemos que velar por la educación de nuestros hijos para que cuando sean mayores ellos mismos puedan resolver, con mejores recursos, los problemas que la vida nos plantea a todos.

Pero, lo que los Dubroff  estaban haciendo no caía en ese tan delicado campo de la formación de los niños.

Los Dubroff tenían un plan muy simple, muy costoso y, mas aun, muy arriesgado para la vida de su principal protagonista.

Ellos querían que cuando la pequeña Jessica cumpliera siete años sea la “Piloto mas joven en haber cruzado los EE.UU. piloteando un avión”.

Plan que no se hace realidad con sólo las intenciones sino que es necesario mucho dinero. Y, los Dubroff que no tenían ni para pagar la renta del lugar en donde vivían, de la noche a la mañana, tuvieron 150,000 dólares para su proyecto. Con ese dinero se pagó las costosas clases de piloto, la familia costeó todos sus gastos previos al vuelo y, principalmente, se pagó el ajustado itinerario de vuelo de costa a costa del proyecto de “Cruzar los EE.UU. en avión piloteado por una niña de sólo siete años.”.

Pero si se gastaba todo ese dinero en el proyecto, entonces ¿Cuál sería la ganancia de los Dubroffs? La respuesta es muy simple y a la vez repugnante.

La hipotética hazaña de la extraordinaria Jessica sería la mina de oro que los padres explotarían con las entrevistas en la Radio, la TV., los libros narrando la odisea y, principalmente, con los derechos vendidos para una película en Hollywood.

No esta de mas decir que la reacción de la pequeña Jessica cuando la inscribieron en la “Escuela Especial para Pilotos” de avión, lo tomó como un gran regalo de sus generosos padres, ignorando que en un breve plazo de seis meses tendría que enfrentarse a la muerte.

Tampoco esta demás decir que la idea del triunfo “fácil” y a corto plazo que vende la subcultura americana era parte de la mentalidad de los padres de Jessica. Sólo así podemos entender el proceso, de como el natural celo de los padres por el futuro éxito de sus hijos se transformó en una ilusión que nubló la mente de quienes eran responsables de tomar las más importantes decisiones, que luego devinieron en hechos que desencadenaron los eventos de una tragedia anunciada.

Claro que las clases no fueron el juego que la pequeña Jessica pensó inicialmente, y sintió miedo ante la rígida disciplina de vuelo y los riesgos que conllevaban pilotear un avión. Ineludible tema de los que su entrenador profesional le advirtió. Pero su padre, inseparable compañero de aventura, se encargó de calmarla dándole ánimo y halagos para no abandonar la tarea iniciada.

Claro que estoy suponiendo muchas cosas al narrar los hechos sin ser un testigo presencial ni tener el poder de leer las mentes y sentir los recónditos sentimientos de otros. Sí, supongo muchas cosa basado en la investigación realizada, y porque me pongo en el caso de que la pequeña Jessica fuera mi hija. ¿Qué si Jessica sintió miedo? Claro que sí. Absolutamente. El miedo es una reacción natural. Más aun en una niña. Señores, el miedo es una alarma ante un peligro, real o ficticio, que nos llama a la reflexión y a actuar ante él… Sólo que ella no tenía elección…

Muchos de nosotros, adultos y profesionales, o no, hemos hecho cosas en la vida en contra de nuestra voluntad… Obligados por las circunstancias, y de las que después nos arrepentimos. Jessica tampoco tuvo esa oportunidad.

Sí. Así, como por un callejón sin salida, Jessica fue adelante, imposibilitada a decir “No!” cuando la prensa, la radio y la televisión la acorraló con halagos y preguntas que la comprometían aun más con aquel sueño postizo que nunca tuvo.

Por supuesto que Jessica aprendió a volar, y cumplió con todas sus horas de vuelo reglamentarias para ser piloto. Como dije en un principio, Jessica, era un ser extraordinario… Pero era una niña de sólo siete años que ni siquiera llegaba a los pedales del control del avión. Aun así, empujada por el entorno, voló…

Voló, voló como una profesional… Como un angelito… al cielo.

JESSICA DUBROFF, LA PRECOZ NIÑA DE SIETE AÑOS MURIÓ CUANDO SU AEROPLANO CAYÓ A TIERRA, EN MEDIO DE UNA TORMENTA, MIENTRAS INTENTABA CRUZAR LOS EE.UU. Y ASÍ LOGRAR EL TITULO DE “LA PILOTO MAS JOVEN”… HOY, ELLA TENDRÍA 18 AÑOS.

De esta trágica manera se cerraba la triste historia de un desastre anunciado… Peor aun, cuando su padre forzó la partida de Jessica, por problemas de presupuesto, en medio del mal tiempo…

Fue así como me enteré de la trágica historia de Jessica, un día de Abril de 1996, sentado en mi cómodo sillón del livingroom de mi hogar, en medio de lágrimas y reflexiones.

Con la pequeña Jessica murieron su padre y el copiloto… Y la única persona que disfrutó de la trágica fama adquirida y del asqueroso sensacionalismo de la Radio, Prensa y TV.  fue su madre, quien vendió los reportajes y la historia de la Pequeña Jessica a los medios… Y que hoy aun sigue solicitando donativos y vendiendo surveniers y CD’s del mundo de Jessica…

Dije, en algún momento de la presente nota, que me involucraba con el tema ya que me ponía en el hipotético caso de que Jessica fuera mi hija, por eso puedo suponer que su padre fue un tipo abominable. Y que si hay un dicho popular que dice “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer” para descubrir a quien a pesar de sus meritos está ignorada entre bambalinas… Creo que, en este caso, lo contrario también se cumple, “Detrás de aquel padre abominable había una ç@%*&…”.

Padres, dejemos que los niños crezcan en medio de sus juegos y fantasías… Y no persiguiendo los sueños que no pudimos realizar.

HASTA SIEMPRE  JESSICA DUBROFF… HASTA SIEMPRE  ANGELITO.

 El presente trabajo literario es parte mi nuevo E-Libro “PURO CUENTO”. Por favor visitar:

 PURO CUENTO